Hace días que llegué a la Séptima Avenida, mi nueva casa. Hablo con Gref a diario cuando cojo el taxi camino al trabajo, el verano fue una locura ya que no salí para nada con el jaleo de arreglar papeles y mudanza, pero estaba feliz por conseguirlo y desprenderme de todo lo que arrastraba desde Inglaterra. Fue difícil ubicarse al principio pero mis compañeros en el Hospital me recibieron con entusiasmo y me facilita las horas allí dentro.
He de decir que es duro, no me ha tocado ningún cliente grave ya que para eso hay otros médicos más cualificados que llevan años en el sector, pero igual es todo nuevo para mí. Por fin pude comunicarles a mis padres dónde me encuentro y recuerdo la cara de mi madre al verme por videollamada, cómo lloraba de emoción. Tuve que inventar una excusa sobre Niall ya que no paraban de preguntarme por él y fue difícil cubrir mis lágrimas pero lo logré.
Por otro lado, en Nueva Zelanda no paraba de salir en las noticias el cuerpo de Scarlett en un bosque alejado de la ciudad, era espeluznante. Su cadáver estaba troceado, desmembrado, pálido, congelado en el tiempo con los ojos abiertos, la boca agrietada y el cuello casi separado del resto, pero no se habló de ninguna muerte por bala, ni un tiro en el forcejeo de la escena, nada, como si la imagen de Harry agarrando un arma con sangre por todo su rostro no encajara con los hechos. Se insinuó que su presunta pareja vivía con ella pero no se conoce su paradero ni identidad, nadie sabía de la existencia de Styles en Dunedin, hasta se la llegó a relacionar con Dylan y un asunto de tráfico de blancas que nunca se demostró.
En Manhattan las noticias eran muy diferentes, nada de los Malik, ni asuntos secretos con mafias, ni rastro de Harry, Conall, Scarlett o Dylan, como si no existieran.
Camino a casa desde la estación de taxis, voy sumida en los correos y citas previas que debo contestar del Hospital sin mirar al frente. Se escucha pitidos de coches irritados por el tráfico, el atardecer va desapareciendo abriendo paso a la noche y con ello algunas farolas ya encendidas, además de las mil casas que alumbran las calles a su paso. Micaela, la jefe de departamento de curas, enfermera de la planta uno me escribe sobre un incidente ocurrido cerca de mi casa, ella era la única con quien congenié nada más conocernos y en el poco tiempo ya sabía que amaba las novelas policiacas por lo que siempre tiene a su lado el noticiero y cuando algo le parece interesante me lo redacta como si a mí también me lo pareciera. Me habla sobre una compañera sustituta que le han puesto en la sala frente a la suya y río internamente por sus burlas hacia ella pero no respondo, observo las calles.
Me apresuro cuando diviso que hay fuego en la casa de mi vecino y los bomberos ya están trabajando en apagarlo, me indican que me mantenga detrás de la cinta de seguridad e indico que mi vivienda es la posterior, así que me dejan pasar escoltándome hasta la entrada. Todo en orden, limpio, excepto por un papel tirado en el suelo como si se hubiera caído en medio de la sala. Lo recojo e inmediatamente reconozco esa letra, giro a mis alrededores mirando por la ventana que da a la calle pero no veo a nadie que no sea el vecino dando su versión de los hechos a la policía, frunzo el ceño y leo detenidamente:
Que arda Troya
No sé cómo tomarme el mensaje, parece inofensivo pero al ponerlo frente a la escena de al lado cobra vida, es obra suya o de alguien que nos conoce a ambos y quiere generar dudas, conflictos o algo peor que pueda avecinarse. Lo tiro a la basura y me dirijo a mi habitación, todo en una sola planta ya que no me puedo permitir una casa de dos pisos en la Avenida más codiciada, así que un solo piso para mí está bien. Me deshago de mi ropa y luego de una ducha el teléfono suena sin parar, se pierde la llamada y vuelven a intentarlo, así dos veces más. Corro en toalla hasta el lugar ocultándome para que no se me vea desde la calle y lo cojo impaciente por escuchar que tanto quieren. Solo oigo respiración pero no es normal, está entrecortada, parece que le han puesto un efecto al sonido para no detectar al anónimo, dirijo mi vista a la pantalla para percatarme de que es número oculto y le descolgué sin saberlo, vuelvo a colocarlo en mi oreja y bufo ante el silencio.
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Falling
RandomDesconocedora de la avaricia de un padre obsesivo con su hija tendrá que verse envuelta en sangre y descubrir porqué fue educada para matar y qué le ocultaron durante toda su vida. Alguien que en un principio no está conectado con ella la ayudará de...