Una caja de sorpresas

3.7K 197 25
                                    

Sábado 09:00 a.m, la noche anterior después de declararme a los pies de Harry, este solo sonrió y se fue en silencio por donde vino, dejándome como estúpida. Ahora estaba bailando en pijama corto por toda la casa escuchando música a todo volumen, tomaba sorbos pequeños de mi taza de café al mismo tiempo que ordenaba y me entretenía con varias cosas.

Nuevamente me tocaba ser la recadera de Karter, esta vez vendría él aquí y luego tendría que llevarlo a casa de una amiga para hacer un trabajo. Era fastidioso sentirse la chófer de alguien, pero qué remedio.

Dos horas después llamaban a la puerta, lo primero que vi fue a mi madre en el coche la cuál se despidió con un gesto contento y emprendió la marcha.

- ¿Todavía estas así? -Objetó mi hermano entrando y dejando sus cosas a un lado.

- ¿Y a que hora se supone que debemos irnos?

- Pues ya.

Este niño era tan impredecible que era imposible creerse que seamos familia. Después de unos minutos arreglándome conseguimos llegar a la casa de su compañera a buena hora, incluso quince minutos antes de lo acordado.

- ¿A qué hora paso a buscarte? -Alcancé a decir antes de que cerrara la puerta.

No me escuchó o no quiso hacerlo, finalmente tuve que bajar tras él y tocar avergonzada la puerta de la familia desconocida. Me abrió una señora de sesenta y pocos años, castaña y sonriente, un poco desubicada y me apresuré a explicar.

- Perdone, acaba de entrar mi hermano, Karter Persh -Extendí la mano en forma de saludo-. Soy Fallon ¿Por casualidad sabe cuándo terminarán?

- Así que eres una Persh -Se hizo a un lado acogiendo mi saludo y me invito a pasar-. Adelante cielo, como en casa.

- No se tome tantas molestias de verdad, simplemente era una duda.

- ¿Has almorzado?

Parecía estar hablando con una pared, se notaba que era una mujer con algún problema de desorientación o memoria a corto plazo, también podía ser que prefería ignorarme y vivir en trance.

- Mi hijo ha venido hoy de visita, está preparando una sopa wantán, le sale excelente -Se sentó en el sillón principal y me hizo un gesto para que cogiera asiento a su lado-. No te preocupes por tu hermano, en una media hora estará listo -Sonrió-. No vale la pena que desperdicies el camino para tan poco tiempo.

Asentí y sin ser descortés me aproximé a ella, en seguida me sirvió una taza de té y me hablaba de su maravilloso hijo quien todavía no hacía acto de presencia, al parecer no tenía marido y no porque me lo dijera, simplemente no hablaba de ello y no existían fotos alrededor de nadie que no fuera ella y su hija, lo cual despertó interés en porqué su hijo es tan genial y no tiene ni un solo recuerdo.

- Señora...

- Twist -Dio un trago a su taza y me miró.

- ¿Puedo ir a por agua?

Ella me dio permiso como si no me hiciera falta, era una casa acogedora y digna de una madre soltera, encontrar la cocina fue sencillo, en ella se encontraba su tan nombrado hijo que estaba agachado buscando algo entre cacerolas donde yo no alcanzaba a ver.

- No molesto, solo vine a por agua -Avisé intentando pasar desapercibida pero un ruido de cristales, platos y cazos retumbó en su dirección haciéndome exaltar-. ¿Estás bien?

Me acerqué inmediatamente recogiendo cada trozo que encontraba y de pronto su tatuaje en la mano me dejó impactada unos segundos. Cruzamos mirada y no me creía lo que estaba viendo. ¿Qué clase de broma es esta?

FallingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora