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CAPÍTULO XXXVI
¿Sigues con lo mismo, Choi Beomgyu?


No dejaba de pensar en la primera imagen que tuvo al despertar. Literalmente, casi tira un jugo de naranja sobre la cama y toda la comida que venía en esas tablitas llamadas "desayunadores".

Era Yeonjun, su cabello algo desordenado, un pijama azul de cuadros, una sonrisa amplia y una bandeja de sándwiches de jamón de pavo y queso blanco acompañado de frutas y jugo de naranja. El desayuno perfecto a sus ojos, sin embargo, era Choi Yeonjun, y el debate consigo mismo en la madrugada volvió como batazo a su mente haciéndolo despertar con la cara vuelta tomate.

Odiaba los tomates.

—Desayunemos juntos —propuso Yeonjun esbozando una de sus hermosas sonrisas características.

Beomgyu tenía las orejas rojas, ni siquiera sabía que eso podía ser posible hasta que se miró en el reflejo del espejo que estaba colgado en la pared de al lado, sí, tenía las orejas y las mejillas algo rojas, además de que se veía del asco recién levantado, su cabello alborotado y sus labios algo pálidos y resecos.

Beomgyu solo asintió sin transmitir alguna palabra, ni siquiera el usual "Buenos días".

Luego de desayunar, Yeonjun era el único que hablaba entre ambos ya que notablemente, Beomgyu luchaba por reprimir palabras, el mayor no lo forzaba a hablar y lo tomaba como algo totalmente normal ya que habían ocasiones en las que Beomgyu se comportaba así.

El pelinegro se fue a lavar los dientes, la cara, tomó un baño y se volvió a vestir con la ropa ya limpia que traía ayer, Yeonjun sólo esperaba en la sala.

—Yeonjun... quiero irme a casa —rogó el menor sin siquiera hacer contacto visual con el otro, además, esquivaba manifiestamente su mirada.

Obviamente, el mayor no podía negarse, pero esperaba que Beom se quedase hasta un poco más tarde con él, al menos a terminar los últimos capítulos que restaban por consumir, pero su mirada era algo inquieta a pese de usar su habitual tono ecuánime.

Yeonjun asintió, se colocó algo más casual rápidamente y salió del departamento junto a su menor, subieron al auto en el que llegaron ayer y el conductor arrancó dando marcha hacia la casa de los abuelos de Beomgyu.

Del menor emanaban las ganas de llegar cuanto antes, pero no sabía porqué, no se veía que fuese por gusto, se veía más como una especie de escapatoria, aunque Yeonjun no le veía sentido y creía que si preguntaba empeoraría una situación que no sabía si ya estaba dada por iniciada.

Unos minutos más y ya estaban aparcando en la acera de la casa de los abuelos del menor. Beomgyu agradeció a su hyung y abrió de ipso facto la puerta del auto poniendo un pie inmediatamente afuera y corriendo adentro de la casa como si estuviese huyendo de algo.

La verdad es que... no podía ver la cara de Yeonjun luego de esa noche, sentía que no estaba bien. Sus mejillas se tornaban color carmesí cada vez que esas imágenes arremetían en su cavidad cerebral, como una perturbación además de vergonzosa, errática.

—¿Qué tal te fue con tu novio? —preguntó uno de sus primos en cuanto miraron al pelinegro pasar por la puerta principal con su mochila guindada en los hombros.

Beomgyu se tensó.

Siguió caminando y justo cuando iba a entrar a la habitación decidió dar una simple respuesta para que dejaran de joderlo.

—Él no es mi novio, ya déjenme en paz.

°°°

Eran las diez de la noche del siguiente día, a esa hora los gritos del padre de Beomgyu resonaban como trueno de lo furioso que estaba con su primogénito llamando la atención de todos en la familia, exponiendo al joven a sentirse cada vez peor.

His Little Anxiety™ © Yeongyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora