CAPÍTULO XXXVII
HipofreniaFueron largas las horas que estuvo el vehículo en carretera para llegar nuevamente a Seúl antes de año nuevo.
Beomgyu se sentía...nimio, abarcando el significado de toda la palabra completa multiplicado por diez mil, por su culpa, sus padres debían regresar a casa y pasar año nuevo lejos de sus abuelos.
Beomgyu había entrado en un lapso de Hipofrenia y en los tres días que esperaron para que cediera, este período no cedió y continuó atormentando al muchacho por lo que sus padres preocupados por la situación, decidieron regresar a su hogar y no molestar a la familia o entristecerla.
Choi Beomgyu se sentía como un estorbo, sentía que todo era su culpa, sólo por no controlar sus emociones. ¿De verdad había malentendido todo?
Recordaba haberse paniqueado tanto que se quedó estático ese día que el chico lo arrinconó contra la pared y se acercó tanto a él irrespetando su espacio personal para luego estirar el brazo y sacar casualmente una mochila, justo cuando sus primos llegan al cuarto.
¿Era necesario que hiciera aquello para buscar su jodida mochila? ¿O quizá realmente tenía otras intensiones? No lo sabía y no lo sabría, de lo que estaba consciente es que tenía un trapo limpio metido a la boca para ahogar su llanto en él y que no molestara a sus padres mientras estaba cubierto hasta la cabeza con una manta.
Era débil y no podía cambiarlo, y lo odiaba.
Cuando llegó a su habitación, sentía que el mundo se derrumbaba detrás de él, que el suelo de su cuarto obscuro y frío se caía a su alrededor, bajo sus gruesas frazadas lo único que podía hacer es cumplir la conceptualización de la Hipofrenia, llorar y llorar sin un motivo elocuente, bañar sus mejillas con saladas lágrimas, y ahora, el dolor que sentía por un motivo desconocido era también en el exterior, sentía como si lo hubiese arrollado un camión y que para su desgracia le hubiese dejado vivo.
Estaba algo adolorido corpóreamente.
Quizá porque estaba enfermando.
No podía moverse porque un gemido de dolor se escapaba de sus labios haciéndole expresar lo que no quería al mundo, su debilidad, su dolor.
Pasó cinco días envuelto en el ambiente gélido de su habitación, bañado en lágrimas, sin comer, sin dormir, sin sentirse bien, no encendía su celular desde hace días, ni siquiera sabía en qué día estaba viviendo miserablemente.
Tenía tiempo sin tener recaídas, odiaba el hecho de que justo tuviera una en navidad, se había perdido la cena con sus padres por toda esa mierda que no podía parar, le daba en demasía una ciclópea impotencia acalambra huesos de la que no podía deshacerse. Era una cadena constante que nunca terminaba.
Sólo...quería que todo acabara, quería sentirse bien y dejar de llorar, pero a la vez, quería hundirse en su lamento y desgarrar su garganta a gritos, esa situación que vivía, que hacía parte de su vida, jamás y nunca se la desearía a alguien más.
El peor castigo que pudo recibir es vivir el infierno antes de ir hacia él.
—Beomie, cariño ¿Quieres desayunar algo en especial? —esa fue la dulce voz de su madre al ver su rostro demacrado aparecerse en la cocina y fingir que no lo tenía de tal forma.
—Cualquier cosa está bien, mamá —afirmó el pelinegro yendo a tomar asiento en las sillas junto al desayunador, tomó su celular que previamente había estado cargándose allí y lo encendió.
Tenía algunos días sin siquiera tocar ese aparato.
Cuando aquel móvil cobró vida, resonó innumerables veces haciendo que Beomgyu le bajase el volumen de ipso facto, su madre desde la otra esquina sonriendo ampliamente por aquello.
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His Little Anxiety™ © Yeongyu.
Fanfic𝗛𝗟𝗔 | La ansiedad es semejante a cuando una persona que se ahoga se aferra a ti, quieres salvarlo, pero lo único que logras es hundirte con él. "¿Y si en lugar de querernos mucho, nos queremos bien?". 𝒊. Yeongyu. Cincuenta y nueve capítulos...