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CAPÍTULO XXXIX
Aunque me sienta solo, yo sé que no estoy solo

Eran cerca de las dos de la tarde cuando Yeonjun miraba como había personal abandonando su hogar, sólo se quedaba una de las empleadas más confiables y conocidas previamente por la familia, que no tenía siquiera familia en el país para celebrar el año nuevo.

Escuetamente nuevo el tema acerca de los empleados en el hogar.

Pero volviendo al objetivo, era bastante triste.

Aunque Yeonjun en ese aspecto no se quedaba atrás. Su hermano y su padre se habían ido a Busan por asuntos empresariales por lo que deja descartada su presencia, por otro lado, su madre iba a una de las reuniones que organizaba anualmente para la fecha, Yeonjun las primeras veces asistía con ella para celebrar año nuevo al menos con su madre, pero luego de ir dos años, se cansó de la repetida escena de señoras y jovencitas hablando de temas que no le interesaban.

Desde ese entonces empezó a pasar año nuevo con Choi Soobin, esta vez no sería la excepción, se sentó en el sofá de la sala principal y miraba a su madre pasar con cajas de arreglos navideños y cosas para decorar el lugar que alquiló para su evento.

—Jun, ¿Estás seguro de que prefieres quedarte? Sabes que no me gusta que pases año nuevo solo —expresó su madre tomando un respiro mientras tomaba asiento junto a su hijo menor.

—Si no te gusta que pase año nuevo solo, entonces no organices ningún evento y quédate conmigo ¿No crees?

La mujer suspiró y le miró comprensiblemente— Es algo que sabes que no puedo dejar de lado, Jun. Si no lo hago, mi negocio se iría a la quiebra, depender de tu padre últimamente no es una opción y lo sabes.

Este argumento había sido tocado y cuestionado las últimas veces; aunque ya no hacía repercusión, las primeras ocasiones el tan sólo pensar en estar entrelazado con una soledad familiar tan fútil para hacer que el abatimiento sea sólo un sentimiento banal, además; a Choi Yeonjun esto ya no le afectaba ni la cuarta parte de lo que lo hacía antes.

La ausencia de las personas que más amaba fue dándose por costumbre y por aquel pasar del temerario tiempo las heridas fueron sanando hasta que la cicatriz quedase impregnada.

—Estaré bien, vete a tu reunión, estaré con Soo… —balbuceó el castaño restándole importancia gracias a su tono de voz.

La mujer se limitó a apretar un poco sus labios hasta dejarlos en una línea recta e inspirando pesadamente se levantó dedicándole una última mirada a su hijo.

—Te llamaré justo a las doce, por favor, ten tu celular en mano —acotó para luego tomar la caja con decorativos que había abandonado en el piso de madera fina y marcharse.

A veces Yeonjun se preguntaba el porqué le tocaba vivir tan duro a los más inocentes, no todo el tiempo por él, sino que Beomgyu se la pasaba merodeando en sus pensamientos siempre que no estaba ocupado y justamente su cabeza fue acribillada en ese mismísimo instante por el azabache de linda sonrisa y ojos brillantes.

Ayer habían estado juntos leyendo hasta muy tarde, rieron una que otra vez sin falta aquella martillante recrimina que soltaba Beomgyu cuando de los labios de Yeonjun se escapaban tonterías. Las caricias al cabello del azabache no estuvieron ausentes y mucho menos los exiguos centímetros de separación.

Joder, sentía que tenía una ligera obsesión con pensar en ese azabache; Choi Beomgyu. Inclusive antes de dormir pensaba en tener lindos momentos junto a él con todas sus fuerzas, cerraba los ojos para que estos pensamientos se vincularan con sus sueños y así al menos sentir que vivió una experiencia más cercana a lo que deseaba.

His Little Anxiety™ © Yeongyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora