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CAPÍTULO XLVII
Distancia




Pero ante aquella pregunta, Beomgyu guardó silencio sin inmutarse.

Sus ojos veían fijamente los del más alto intentando descifrar el porqué de su repentina pregunta.

¿Tenía que ver con lo del aliento con sabor a menta y sólo era un juego?

Aunque a decir verdad, Yeonjun estaba demasiado serio como para que fuese una pregunta en broma.

Verídicamente, él también tenía un poco de curiosidad si era cierto que su aliento podía conservar el sabor de la menta así de penetrante como aseguraba el peliazul, y… sí, también quería volver a sentir los bonitos labios de su mayor juntarse con los suyos.

Tal como aquella vez.

Aunque él reiterara que un beso sólo es una acción.

Claro, es sólo una acción hasta que los sentimientos están de por medio, entonces, todo cambia. No es como que Beomgyu fuera besando a todos sólo porque un beso es una acción.

Nunca dio el sí.

Nunca dio la negación.

Simplemente alzó su mentón escondiendo sus labios de momento y miró expectante a Yeonjun quien por aquella imagen sólo se limitó a sonreír enternecido.

Beomgyu era la cosita más hermosa que los iris de sus ojos habían captado en toda su vida.

El peliazul hizo un pequeño puchero y como ladrón de la noche, robó un pequeño beso corto de los labios ajenos del otro mientras sus brazos se envolvían en su cuerpo para un abrazo cálido.

Y después fue otro beso igual de corto.

Y otro.

Cuatro.

Cinco.

Ya para el sexto beso corto Yeonjun estaba prolongando la duración haciendo que sus labios estuviesen unidos más de un segundo como en los anteriores.

Beomgyu seguía sin inmutarse, sin darse cuenta, sus manos ya habían empuñado la camiseta holgada de Yeonjun por el área de la espalda y su mentón seguía alzado levemente para recibir todos los pequeños besitos de pico que su mayor le estaba dando.

Esa sensación… no era desagradable, probablemente podría estimarla.

—Creo que ya fue suficiente —musitó Beomgyu, pero ni siquiera había terminado de espetar glosa cuando otro beso fue a parar a sus labios robándole la oportunidad de respirar.

Pero este fue distinto a los anteriores.

Yeonjun había atrapado el labio inferior de su menor entre los suyos y besó individualmente uno por uno, primero el inferior y luego el superior haciendo que el agarre de Beomgyu en su camiseta se intensificara y tirara levemente de la prenda.

Las pestañas de Yeonjun le hacían cosquillas y las suyas probablemente también hacían lo mismo con su mayor que con los ojos entrecerrados ahora estaba repitiendo el besar sus labios sin separarse de él ni por un instante.

Pero Beomgyu no pudo estar quieto por al menos cinco segundos cuando ya había deshecho su agarre de la prenda ajena y se había removido para apartarse.

Había sido suficiente.

Había sido mucho para él.

No sabía siquiera si eso estaba bien.

—Lo siento —se disculpó el peliazul lamiendo sus labios y desviando de momento la mirada para luego escrutar el rostro de su menor.

Beomgyu estaba tan rojo como la cruz del botiquín del baño.

His Little Anxiety™ © Yeongyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora