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CAPÍTULO LII
Hóspito

Él estaba allí de nuevo.

Un silencio abismal y penetrantes orbes avellana que se querían meter dentro de su boca, perforar su alma.

El pelinegro jugaba con sus dedos intentando evadir el hecho de que sentía tensión en el aire, tenía miedo de levantar el mentón y chocar con la gruesa pared de incomodidad.

Y aunque por el periférico de sus auriculares podría escucharse la respiración pesada de Beomgyu, Yeonjun no escuchaba nada más que una tenue melodía de instrumental, ni siquiera eso podía mantenerlo quieto en su lugar.

No se hablaban, no se miraban a los ojos.

¿Cómo podría tener la valentía de mirarle a la cara después de lo que sucedió?

Yeonjun extendió ambos audífonos luego de retirarlos de sus oídos hasta el menor, mirándole mientras apretaba sus labios para dejarlos en una perceptible línea recta.

La melodía de esa canción lo dejó lenitivamente aturdido, miró a Beomgyu con las cejas hundidas y suspiró mirándole algo preocupado.

—¿Escuchas este tipo de canciones a menudo? —inquirió utilizando sus talones para acercarse un poco más a Beomgyu quien se encontraba sentado en el suelo, su espalda apoyada a la pared.

—Mh —asintió con la cabeza tras musitar.

El temor lo abrazaba fuerte, dentro de su estómago había una especie de imán que vociferaba con autonomía: “acércate a él, ve y deja que te cubra con esa calidez que sólo consigues a su lado”, no obstante, los recuerdos de hace dos días lo mantenían como si del suelo nacieran raíces con el único propósito de mantenerlo estático en su lugar.

—¿Si te recomiendo música, la escucharías? —soltó Yeonjun peinando con sus dedos su cabellera color azul, mirando de frente al adverso.

—Sí —afirmó Beomgyu de inmediato.

¿Le creerían si decía que las palabras se le empezaban a olvidar cuando estaba adyacente a Choi Yeonjun?

Inmerso en una marea densa y unicolor, no era un sentimiento agradable de adaptar, no le gustaba para nada.

—¿Quieres hacer algo más? Aún nos quedan... —Yeonjun miró la hora en su celular, alzó sus ojos nuevamente hacia Beomgyu y sonrió al ver esas cejas que ligeramente se hundían en su rostro—. Más de cinco horas.

Beomgyu se quedó callado, su mente intentó elegir una de esas ideas que oleaban en su cavidad cerebral.

Él sólo quería estar con Yeonjun como antes, sin sentir esa necesidad de temblar o petrificarse.

—Estoy algo cansado —expulsó el menor encogiéndose de hombros levemente.

—¿Quieres dormir? Podemos dormir si eso quieres, casi nunca descansas bien, mientras duermes puedo cuidarte ¿Te parece? —ofreció Yeonjun levantándose del suelo, extendiendo su mano para que Beomgyu la tomase.

—Dormir... Sí quiero.

El pelinegro escrutó la mano extendida frente a sí, dudando previa de tomar la misma y levantarse sin hacer el más fugaz contacto visual con Yeonjun.

Oh, maldición, como detestaba esa incomodidad, lo peor era que tenía el presentimiento que entre ellos dos, el único que se sentía de tal manera tenía nombre y apellido; y ese era Choi Beomgyu.

Faltó mencionar un pequeñísimo detalle y ese es el contexto; ambos solos en la casa del menor.

Beomgyu había tomado una decisión y esa fue el darse por ausente ese día en su cita con su doctor.

His Little Anxiety™ © Yeongyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora