122.

171 9 2
                                    

Busco las palabras como si mi propia voz se las hubiera llevado y ya no existiesen en mi interior.

Trato de recordar la sensación de las sílabas uniéndose en la punta de mi lápiz cuando me dicen que no tengo el talento.

He descubierto que mis palabras están perdidas. Desafortunadamente me acompañaron cuando yo me perdí.

Debo liberarme de los pensamientos y palabras de otros. Debo encontrar los míos propios.

Porque las reglas de la ortografía perfecta tal vez no aplican en mi poesía. Porque mi alma grita en silencio y me ruega que la escriba.

Pensaran, los que no conocen aún mi nombre, que mi aporte al mundo literario es nulo. Pero mis manos han estado llenas de tinta y mis cuadernos se han llenado de la única esencia que trae mi nombre.

Mi aporte a la literatura es vasto y en potencia.

¿Acaso no es esto lo que me hace una escritora? Vivir y morir por mis palabras todos los días; contar mi historia como espectadora de la vida.

¿Acaso tiene alguien el derecho de juzgar si mis palabras son correctas? ¿Si son "sucificientemente buenas"? Cuando al juzgarlas me juzgan a mi.

Cuando ellas y yo somos una misma. Cuando nunca ha sido justo juzgar a un ser humano sin conocer todos sus ángulos.

¿Necesito permiso para crear lo que es mío?

Es difícil encontrar mi voz cuando hay tanto ruido. Cuando alguien grita en mi oído que lo que ya soy, no es suficiente. Que mi potencial es inexistente, que tengo que ser diferente. Que mi éxito no llegara, que no es, que nunca será.

Pero, ¿que éxito hay más para una escritora?... Que pasar horas y horas escribiendo el arte de la vida; viviendo la vida en el arte.

Yo soy una escritora.
No necesito el permiso de nadie para amar lo que es mío por derecho:

Mis palabras, mis historias, mi alma y mi sueño.

-iinfinita// Ningún juez tiene el derecho de juzgar tu arte, tu sueño o tu persona. Recuerda eso.

Poemas (1) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora