Come my way「NoMin」

5. Reunión

El viernes finalmente es el día en el que voy a rentar un traje para la fiesta de Jungwoo.

   Estuve más de una hora revoloteando por toda la tienda, tratando de encontrar un modelo que me agradara. La mayoría eran demasiado modernos o coloridos. Tuve que pedirle al dependiente que específicamente me mostrara los más tradicionales. Ya imaginaba como me vería llegando con un traje de rayas azules o de cuadrados rosados. Seguro me confundían con el payaso de la fiesta.

   El elegido termina siendo un café oscuro que me hace lucir formal pero elegante. El dependiente también me da su aprobación diciendo que se me ve adecuado para la ocasión y yo decido rentarlo y no comprarlo porque francamente no creo que lo necesite más. Para dar mis clases en el instituto tengo dos, pero esos son punto y aparte. No son ni la mitad de formales y costosos que este.

   Satisfecho con mi compra, fijamos día de entrega para que puedan hacerle las modificaciones correspondientes a mi talla y luego, me marcho a casa, llegando justo para la hora de comer. Ayudo a mi madre a poner la mesa y mientras comemos hablamos sobre cómo me fue en el día.

   Por mucho tiempo mi madre ha sido la única persona en la que me he apoyado para todo; desde desahogarme sobre lo que me pasa en los días que me va como la mierda, hasta exteriorizar mis más grandes temores. No hay nadie que me conozca tan bien como ella. Y aunque soy consciente de que tengo veinte cinco años y un trabajo estable con un buen salario, visualizo lo triste que se pondría si me marchara de casa. Papá ya no está, soy su único hijo y la idea de dejarla viviendo sola, me suena como un abandono.

   — ¿Hablaste con Yeeun? —ella pregunta mientras corta un pedazo de pechuga de pollo para llevársela a los labios. Le conté sobre Jungwoo y la fiesta a la que me invitó y está muy entusiasmada. Diría que hasta más que yo—. Te queda solo una semana, ¿no?

   —Ya hablé con ella —dejo los cubiertos a cada lado de mi plato y le doy una sonrisa orgullosa—. Aceptó, al parecer la idea le gustó mucho.

   — ¿Y a quien no, cariño? Una dama sabe muy bien lo que le conviene. El evento a donde te invitó Jungwoo no es cualquier cosa.

   Mi madre sólo ha visto a Yeeun un par de veces, pero esas le bastaron para amarla. El primer encuentro fue muy casal. No hubo mucho que decir además de una presentación improvisada. Sin embargo, en la segunda ocasión, todo fue más esplendido. La traje a casa a cenar y ahí le dije que Yeeun era mi novia.

   Sobra decir que le agradó la idea desde el principio. A mi madre siempre le ha gustado todo ese rollo de las chicas que son de familia, modales correctos y cara atractiva. En cuanto se la presenté nos deseó lo mejor y a lo largo de nuestra relación no dejó de aprobarla y de decir que ella era la persona indicada para mi vida.

   Lógicamente, cuando terminamos las cosas no pintaron de la mejor manera. Mi madre quería que me casara con ella. Pero, la verdad sea dicha, no me veía capaz de comprometerme, y no porque Yeeun tuviera miedo al matrimonio o porque la idea de pasar el resto de mis días a su lado me disgustara, sino porque todavía me quedaban muchos planes y experiencias en solitario que vivir. El matrimonio era una responsabilidad que no formaba parte de mis planes y no estaba listo para renunciar definitivamente a mi vida solitaria.

   Hoy, dos años después de nuestro noviazgo, todavía el matrimonio no figura como alguna de mis prioridades. Probablemente lo haga en un futuro, pero por ahora prefiero llevarme las cosas con calma. Aun me gusta tener la cama para mí solo.

   —No vayas a hacerte demasiadas ilusiones, mamá —me siento con la responsabilidad de advertírselo—, aun no regresamos.

   —Pero pueden hacerlo —dice con entusiasmo dejando sus cubiertos también para darme toda su atención—. Recuerda que donde fuego hubo cenizas quedan hijo. Ustedes eran una pareja adorable. Estoy segura de que en menos de dos años ya estarán casados. Todos los días me hago más vieja y lo único que quiero ver antes de morir son a mis nietos.