28. Elegir

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Tenía que equivocarme para saber exactamente lo que me gustaba

Ahora me estoy enamorando

Dices mi nombre como nunca antes lo había escuchado

Soy indeciso pero esta vez, estoy seguro

Espero no ser el único que lo siente todo

¿Te estás enamorando?

Sabes que puedes conseguir lo que quieras de mí

Cuando lo quieras, cariño

Tengo miedo de todas las cosas que podrías hacerme

Si lo hubiera sabido, cariño...

¿Me estoy enamorando de alguien que podría romperme el corazón?

Dua Lipa, break my heart.

💘 💖 💘

Jaemin me llevó a casa por la noche. Pasamos el resto del día juntos. Buscamos un par de películas por internet que él creía necesitaba ver y yo ni siquiera reconocía por mi falta de interés hacia el mundo del cine. Para mi sorpresa terminaron gustándome: la primera fue 10 cosas que odio de ti y la segunda La la Land. La producción, canciones y bailes de ésta última fueron tan maravillosos que a petición mía repetimos tres veces la parte del tap de Sebastian y Mia.

   Después de las películas recorrimos su biblioteca, apreciando la colección especial de libros de su familia. Es enorme, hay tantos que como mínimo me costaría meses ponerme al corriente con la mitad. Jaemin me prestó los que me parecieron más interesantes para llevármelos a casa. Entre ellos algunos clásicos que ya había leído con anterioridad, pero que nunca había tenido la oportunidad de sostener en pasta dura. Me di el lujo de comenzar la lectura de uno de mis títulos favoritos ahí mismo. Ocupé uno de los dos amplios sillones de cuero que complementan el lugar mientras Jaemin iba por una manta a su habitación para sentarse sobre mis piernas y echárnosla encima. Pidió chocolate caliente con malvaviscos y donuts de canela. Acurrucados, con los labios llenos de azúcar y pelusa que se quedaban impregnados en nuestros ocasionales besos, leímos en sintonía Los Miserables. Y la paz duraba hasta que la impaciencia lo orillaba a morderme la mejilla cada que tardaba más de un minuto en cambiar de página. Para cuando llegamos a la 100 ya me dolía la cara. Tenemos que tratar a fondo su manía por morderme, un día de estos me va a devorar entero.

  En medio debate sobre si Fantine debía dejar de enviarle dinero a Cosette por su precaria condición y los constantes abusos de los Thenardier, una mucama llamó a la puerta, anunciando que el doctor Cho acababa de llegar y esperaba por nosotros en el recibidor. Me había olvidado por completo del tema sobre el ejercicio y el vicio poco conveniente que me impide realizarlo con normalidad; era claro que él no. Me obligó a bajar a punta de besos y más mordidas que acallaban mis protestas, pero no disolvían mis pensamientos.

   El doctor Cho resultó tener menos de cincuenta años. Era un hombre de pocas palabras, expresión serena, cabellos castaños y mejillas rellenas como las de un hámster. Se presentó como nutriólogo y cardiólogo. No se anduvo por las ramas y me hizo un chequeo rápido de mis signos vitales, me preguntó hace cuanto fumo y las intenciones que tengo de hacer ejercicio y con qué frecuencia.

   La situación marchaba bien. Hasta ahí pude contestarle todo perfectamente. Sin embargo, cuando llegó el momento de saber si tenía la intención de dejar el cigarro y yo me quedé en silencio para después musitar que, "no realmente", las cosas se fueron directo al carajo.

Come my way「NoMin」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora