7. Estacionamiento

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Después de un descanso de fin de semana, que realmente no fue tan descanso tomando en cuenta la cantidad de cosas que tuve que hacer en casa; desde llevar a mi madre al dentista, hasta lavar mi auto y cambiarles las cajas de arena a los gatos, regreso a trabajar.

   Las cosas desafortunadamente, no marchan bien el lunes por la mañana. Cuando pretendo marcharme al instituto, me encuentro con la novedad de que el maldito auto no arranca. No tengo ni idea de que pueda ser. Nunca se ha descompuesto antes, por lo que asumo que no debe ser algo grave como el motor, sino la batería o algo así.

   Paso veinte minutos tratando de hacerlo andar, pero mis conocimientos son muy básicos en cuanto a estas cosas. Finalmente decido dejar de perder el tiempo y pido un taxi. Llegando diez minutos después de la toma de lista para los profesores.

   Mis clases a manera de bálsamo por los percances anteriores, marchan de maravilla. He estado meditando cual va a ser la siguiente obra que les haré leer a mis alumnos para que comprendan mejor la corriente naturalista y que mejor que su máximo representante Émile Zola, con su obra La Taberna para lograrlo. Seguro se entretienen con la cantidad de incertidumbre, pasión y controversia que hay en la historia. Es de las mejores que he leído de esa corriente hasta ahora.

   Aunque no todo es perfección, algunos estudiantes por ser lunes no llegan con los mejores ánimos, pero la mayoría de ellos tienen energía y eso basta para dar mi clase con entusiasmo. Una vez que agotemos el tema del naturalismo, pasaremos al modernismo y eso me tiene bastante ilusionado.

   Mis horas prontamente finalizan y mientras borro los apuntes del pizarrón, el salón se queda vació. Han recogido sus cuadernos y colgado sus mochilas en menos de cinco minutos. Es claro que todos están ansiosos por volver a casa.

   Normalmente, a este punto yo ya estaría enviándole un mensaje a mi madre, preguntándole qué hizo de comer, pero por breves segundos considero la posibilidad de ir al salón de Taeyong para preguntarle si quiere ir a uno de los restaurantes que quedan cerca de aquí. Sería bueno que ahora que somos un poco cercanos, comenzáramos a cultivar una amistad.

   Sin embargo, mis planes pierden sentido cuando lo veo llegar al salón, sosteniendo con ambas manos su maletín, sonriendo de manera agradable y reconfortándome un poco con su presencia. Desde el extraño desenlace de su fiesta no estaba muy seguro de cómo marcharían las cosas. Los nervios y la incomodidad impidieron que me despidiera de él.

   El recuerdo todavía me causa desagrado. Sobre todo por la actitud que tomé al final. Bien pude al menos haberle pedido una disculpa a Yuta por mi inconciencia, pero preferí dejarlo pasar. Sólo espero que el profesor de artes no me esté odiando. A pesar de que no tengo interés en ser cercano a él, no necesito enemigos.

   —Hola, Jeno, ¿ya terminaste? —Taeyong pregunta desde la puerta en cuanto me giro a mirarlo.

   —Sí, es mi última clase, ¿Por qué? ¿Pasa algo?

   Sin responder se acerca hacia mi escritorio y deduzco por su maletín, que ya terminó con su horario.

   —El director me dio una respuesta de nuestro trabajo esta mañana y vine por ti para que vayamos a buscar a Jaemin. Verifiqué su horario, en este momento debe estar terminando de dar su última clase.

   Es curioso que ni siquiera fuera consciente de la similitud de nuestros horarios. Los tres terminamos a la misma hora los lunes y probablemente también otros días. Eso debe probar rotundamente lo distraído que soy. Debería, por mi propio bien, comenzar a prestar más atención a mi alrededor.

   — ¿A Jaemin? —cuestiono torciendo la boca—, ¿Por qué no nos dices por separado?, ¿es muy importante?

   Y a pesar de que lo digo sin oscuras intenciones, Taeyong deja escapar una carcajada. Una muy divertida, por cierto. Como si le hubiera contado un chiste muy bueno.

Come my way「NoMin」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora