Prólogo

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A lo largo de nuestra vida, estoy seguro de que todo el mundo habrá escuchado la típica frase de "El amor verdadero no existe" o alguna otra que la contradiga de manera abismal... lo cierto es que existió una pareja hace algún tiempo, que tuvo su primer encuentro cuando aún eran niños, años después de estar juntos como novios, se dieron cuenta que habían notado su presencia mutuamente muchos años atrás.

Ella una niña que si bien, no era millonaria, tenía la capacidad de vivir sin preocupaciones. Hago énfasis en esto, porque en el otro hemisferio, estaba la situación de un niño que vivía a duras penas con unos padres de pobreza económica y mental.

Esta pareja de niños se veían de lunes a viernes a través de una ventana que tenía lugar en el salón de un colegio en Montevideo. Digo a través de una ventana, porque ese niño no podía pagar aquel colegio y en un intento por aprender, se colocaba afuera para poder observar y oír las clases que se daban. Ella lo veía con cierto tono de tristeza, desde dentro del salón, así que cada mañana dejaba la tarea del día anterior para que éste niño también la realizara. Hasta que un día, él dejó de asistir.

Los años pasaron y por cuestiones del destino, las cursilerías y el afán de alimentar el drama de una sociedad que padecía de aburrimiento, ellos se reencontraron en diferentes situaciones nuevamente. Él creció junto a ella en una relación que no llamaremos mágica, sino, real. Era el amor más fuerte expresado en dos personas que no dejaban de quererse con el pasar de los días, meses y años... tiempo después, armaron el rompecabezas y se dieron cuenta de quiénes eran realmente. Él era aquel niño que visitaba el colegio en busca de aprender y ella aquella niña que le dejaba la tarea en la ventana para facilitarle el trabajo.

Hay quienes no lo ven necesario, hay quienes creen que es algo obligatorio. Ellos decidieron que tenían tanto amor entre sí, que podían expresarlo en una manifestación de vida.

Yo fui esa manifestación. Mi nombre es Martín Luzardo y muchas veces quise que ese amor no hubiese sido expresado de tal manera.

Glicerina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora