Capítulo 14

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No sé en que momento de mi vida me planteé realmente la posibilidad de tener algún transtorno o alguna cosa en la mente que no me dejaba actuar con normalidad y sobretodo TRANQUILIDAD.

El primer dia que pasé en la celda luego de hablar con mi padre, fue horrible. Me sentía incomodo y tenia náuseas cada dos por tres.
Juan solo permaneció acostado en una de las camas y Eugenio murmuraba palabras dedicadas a su almohada, o algo así.
Es difícil narrar esto, porque de verdad fue una época de mucha angustia.

Para calmar mi ansiedad empecé a arrancar pedazos de óxido que había en los bordes de metal de la litera y los masticaba. Era lo único que realmente me calmaba, y de nuevo, vuelvo a lo mismo, arreglando mis problemas con soluciones que eran momentáneas, era más el daño, que la paz que me traía.

En la noche nos llamaron a todos a una especie de "receso"; era un patio gigante rodeado de paredes muy altas de cemento, parecía un castillo depresivo que diseñó Tim burton. Había un aro donde jugaban basket con un balon casi desinflado y una gran cantidad de comedores. Pero lo que realmente llamó mi atención fue un cubo de aluminio donde varios de estos señores iban a escupir. El cubo estaba casi al tope, eran litros de saliva. Creo que en mi vida habia visto un acto tan asqueroso y repulsivo de tener un montón de bacterias acumuladas en un cubo de excesiva inmundicia. Me senté alejado de ese cubo, no podia pasarle ni cerca porque sabía que iba a vomitar en seguida.

Después de un rato todos volvimos a las celdas. Me da gran dolor usar la palabra "volvimos". Era parte de un grupo de criminales, yo era un criminal aunque no me sentía como uno, afortunadamente ese primer dia habia pasado desapercibido y nadie más que Juan y Eugenio, me dirigieron palabras carecientes de algo de sentido.

Esa noche no logré dormir por más que intenté relajarme, no lo conseguí. Se escuchaban gritos de dolor en las celdas cercanas, golpes y personas suplicando clemencia una vez tras otra.
En mi cabeza decía que masticar un poco más del óxido, podría tranquilizarme lo suficiente para dormir y estuve en eso hasta que ya no había de donde agarrar, mastiqué todo el óxido de mi litera en una noche. Y pensar que lo cuento como si fuera una excusa válida para calmar mi ansiedad, por favor...

Por el hueco que se encontraba en la pared se empezaba a ver claridad, ya estaba amaneciendo y yo literalmente no dormí nada.

El segundo día creo que fue el más importante para saber como eran las cosas en ese lugar, nos despertaban muy temprano para desayunar, después íbamos a las celdas y salíamos de nuevo en la tarde y cuando estaba anocheciendo para la cena. No existía el almuerzo.

Asi pasaron dos días mas y el miedo se estaba empezando a convertir en desesperación y una ansiedad insufrible. No habia dicho una palabra desde la charla con mi padre y sentía la garganta cada vez más rasposa -además de que tragaba sin querer pequeños fragmentos de óxido - estaba agotado por el sueño y cada vez parecia mas difícil digerir esta situación. En ese momento solo pensaba que el vaso de agua donde me estaba ahogando, cada vez estaba más y más lleno.

Glicerina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora