—¿Y ES GUAPA? —preguntaba Evangeline por tercera vez.—Ya te lo dije, es hermosa.
—Ay, Martín. A mis treinta años de edad me sigue generando ternura como los hombres hablan cuando están enamorados —dijo mientras bebía un poco de café.
Pensar así de ella se convertía en un acto fisiológico de los sentimientos. Era un hecho imposible no sentir algún tipo de atracción por aquella señorita de cabello largo, que me creaba un ecosistema de absoluto caos y paz al mismo tiempo en mi cerebro.
—Tú no tienes treinta años. —le contesté para despistar.
—Pero los aparento, ¿no es así? —respondió bromeando.
Al hablar de este sentimiento tan raro como una atracción amorosa que yo nunca había experimentado, me llené de curiosidad.
—Sé que soy el paciente aquí, pero... ¿y tú? ¿no tienes pareja, Evangeline? —pregunté.
Ella permaneció unos segundos observándome en silencio, sonrió y me respondió
—He estado enamorada del mismo hombre por esos treinta años que dije que tenía. —respondió con una sonrisa—. Lamentablemente, él murió hace unos años de un ataque al corazón mientras yo trabajaba. Él se llamaba Martín.
La conversación había dado un vuelco gigante. De la risa a la melancolía se puede llegar con dos preguntas sencillas. Apenas escuché mi nombre me dieron escalofríos, la verdad me dolía continuar con este tema y rápido le dije:
—Mierda, lo siento.
—Meses después, yo empecé a trabajar muy duro, intentando que personas que pasaban por luto o alguna situación similar a la mía pudieran sentirse mejor. El hecho de que él haya muerto mientras yo trabajaba y el cansancio que me generó el trabajar después de que se fue; son las verdaderas razones por la que yo dejé de hacerlo, no me faltaba, ni falta dinero así que decidí finalmente dejarlo. —contestó aún con una pequeña sonrisa y una lágrima cayendo por su mejilla.
—Pero, no sé, si en algún momento no quieres seguir con esto, podríamos buscar otra manera. Podemos hablar por telef...
—No, no, no —me interrumpió—. Ya te lo conté una vez, cuando escuché tu caso ya yo me sentía óptima para intentarlo una vez más. Y créeme que no pude encontrar mejor persona que tú para terminar de llenar el tanque de ganas por seguir trabajando. La próxima semana empezaré a recibir a más personas —dijo mientras se limpiaba otra lágrima.
—¿Me quieres hacer llorar? —le pregunté en tono de broma.
Al principio de estas sesiones yo no estaba para nada convencido de que funcionarían. Después de irme liberando poco a poco y empezar a caminar "mas liviano", las cosas fueron fluyendo y hasta había conseguido un trabajo. La dosis de mis ansiolíticos cada vez era menor y solo me preocupaba realmente por cosas más insignificantes. Ella dice que yo aparecí cuando quería "intentarlo una vez más"; en mi caso, ella apareció cuando yo no quería volver a intentar nada. Y vaya que cambió mi manera de pensar.
Reímos un rato con otros temas y finalmente hablamos del nuevo horario, nos veríamos los lunes a las 4:00 PM y los sábados a las 10:00 AM, ya tenía alguna razón para salir los fines de semana, no podía ser otra que contarle mierdas a mi psiquiatra.
Cuando salí del cuarto, mi papá estaba en la sala de espera.
—Hey, ¿qué haces aquí? —Le pregunté.
—Vamos afuera. —respondió serio.
Salimos y lo seguí por varios minutos en silencio. Después de caminar un rato, el dijo:
—¿Recuerdas que el otro día te hable sobre un aumento?
—Eh... sí. —Respondí confundido.
—Bueno, hoy me despidieron.
—¿QUÉ? —grité preocupado.
Ya sentía como los nervios por la falta de dinero empezarían, que puta mierda.
Él se detuvo y me dijo todavía muy serio.
—Eh... lo admito, fue una pequeña broma. Mira a tu derecha. —dijo haciendo el gesto con la cabeza.
A mi derecha había un auto. Un precioso Volkswagen celeste reluciente. Adentro de él, estaba el hijo de puta de Javi.
Antes de decir nada el dijo:
—Espero que lo disfrutemos mucho, Martín. Me he esforzado mucho y ha dado sus frutos. Los problemas han ido disminuyendo hasta que... bueno mira —rió—. Demos una vuelta.
Yo estaba impresionado, no me salían las palabras. TENIAMOS UN MALDITO AUTO NUEVO.
Antes de entrar, vi a Javi sacando la cabeza por la ventana y me gritó
—¡COMPRÉ GLICERINA PARA QUE LAVEMOS EL AUTO JUNTOS, TODOS LOS DOMINGOS!

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Glicerina.
Short Story•🥇Primer lugar en la categoría "Historia corta" en el concurso literario de @EditorialCortazar• Absolutamente todo el mundo tiene problemas, unos más grande que otros, pero al fin y al cabo, son problemas. Algunas personas sencillamente intentan ev...