Capítulo 33

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Quiero excusarme con el argumento de nunca haber tenido conversación con una mujer que no fuera mi psiquiatra, mi profesora o alguna desconocida para pedirme la hora —en otras palabras, nunca había platicado con una chica donde conversación tuviera un trasfondo que no fuera laboral o algo veloz como el ejemplo de darle la hora— para hacerme creer que al principio no había actuado como un asmático que no tiene un inhalador en pleno ataque. Pero igual, ¿para que tanta importancia? Era una simple compañera de trabajo que vería diez minutos al día y ya... bueno, simple, simple… no.

Al parecer no existía una situación en mi vida que no me inquietara el cerebro con más y más preguntas. ¿Realmente le parecía superficial los nombres, o solo no quería conocer el mio para que después tuviera que darme el suyo? ¿por qué no quería que yo supiera como se llamaba? ¿por qué era tan rara?... ¿CÓMO YO TENÍA LA SUERTE DE COMPARTIR UN ESPACIO CON UNA CHICA TAN HERMOSA?

El viernes fue mi segundo día de trabajo. Antes de entrar a la tienda, respiré profundo para evitar otra vez cualquier tipo de situación incomoda y pasé.

—Bienvenido, chico de las dos —me saludó desde el mostrador—. Aquí está tu horario, el señor Barnes me pidió que te lo entregara. —dijo mientras colocaba una hoja en la superficie del mostrador.

Las piernas me temblaban. Ella vestía igual, con un pequeño detalle, no tenía los lentes puestos. Su cara era el santo grial de su cuerpo, se me hacía adictivo mirarla a la cara y a la vez, me daba temor cuando ella me veía a mi. No estaba acostumbrado a la nueva rutina de convivir con otras personas ajenas a mi circulo social —Mi papá, Evangeline y Javi— el hecho de ser increíblemente atractiva no lo hacía mas fácil, sin embargo, muy en el fondo de los nervios que me generaba tenerla en frente; existía la paz de sentir que no me juzgaba con la mirada.

Avancé hacia ella, de forma algo torpe hasta que llegué al mostrador.

—Eh, est...-esta bien. Muchas gracias. —respondí mientras agarraba la hoja—. Espera... ¿"Sr Barnes"? ¿los nombres no te parecían superficiales o algo así? —pregunté.

—Se me hace gracioso que lo preguntes, cuando es inevitable no ver ese cartel al momento de entrar a su oficina. No es algo personal, chico de las dos. —dijo mientras se colocó los lentes oscuros que estaban puestos en la parte trasera del mostrador.

—Esta bien, "chica de las..."

—Diez. —terminó mi oración—. Si sé te hace muy pesado puedes llamarme chica... o diez. Como prefieras.

—Esta bien. Por cierto, ¿a qué hora te vas? —Pregunté.

—Ya mismo. Estaba esperando que llegaras para irme, nos vemos. —se despidió mientras salía de la parte de atrás, pasando justo a mi lado.

Su aroma... si la tranquilidad tuviera un olor, definitivamente olería como ella. Era una droga instantánea que te ponía la mente a volar y segundos después de alejarse te regresaba a la realidad. Ella cruzó la puerta y se fue.

Vaya... fueron menos de cinco minutos, pero era lo normal, ¿no? Igual solo nos veríamos ese tiempo cada día.

Me coloqué detrás —justo donde ella estaba cuando llegué— para revisar mi horario. Me tocaba trabajar martes, miércoles, jueves y viernes de 2:00 PM a 6:00 PM. Debía reorganizar mis sesiones con Evangeline apenas llegar a casa, seguro entendería.

Ese viernes no entró ningún cliente, sonó Eric Clapton de fondo todo el tiempo que estuve allí. Recordé el punto de la limpieza y el orden que había dejado en mi currículum y decidí cumplirlo. Organicé todos los cuadros con perfecta separación uno de cada uno, separé las guitarras e instrumentos que colgaban de la pared, de forma simétrica, dejé el suelo tan impecable que brillaba más que nunca... y finalmente ordené los cd's por género y orden alfabético. Mientras hice todo esto el tiempo no se detuvo y cuando vi el reloj ya eran las 5:57 PM.

Antes de cerrar, me coloqué nuevamente detrás del escritorio y me di el gusto de pensar en mi corta conversación con "La chica de las diez". Probablemente después de todo, ya yo no tenía ganas incesantes de morir.

Glicerina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora