Capítulo 12

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En 1949, Edward Murphy planteó la siguiente ley: "Todo lo que puede salir mal, saldrá mal"
Concisa, breve y sencilla de entender. Un ejemplo podría ser el del pan con mantequilla; si una persona tiene un pan con mantequilla y este se cae al suelo, hay un noventa y nueve por ciento de posibilidades que indican que el pan caerá del lado de la mantequilla.

Un ejemplo más personal es que, si a mi mente se le ocurré pensar en algún detalle donde fallé, ese detalle de mierda me perseguirá toda la vida hasta que no haga nada al respecto. Soy la ley de Murphy hecha persona.

Horas después del robo fallido por mi ineficacia en todos los aspectos existentes, desperté es una especie de sala de espera. No era una clínica ni un hospital, y el dolor de cabeza incurable e intenso no me dejaba analizar en donde carajos estaba. Vi a varias personas pasear con uniformes negros y placas doradas a un lado de su pecho, y un par de esposas en la parte trasera de su pantalón. De algo estaba seguro, me encontraba en una cárcel o me llevaron de extra para grabar un episodio de la ley y el orden.

Cuando intenté mover mi mano derecha para rascarme la frente, me di cuenta que habían esposado a la silla incómoda donde me localizaba sentado. Una mujer pelirroja me vio a los ojos y rápidamente le hizo unas señas a dos tipos que se acercaron a mi para retirarme de la silla y llevarme a un salón más pequeño. Cuando llegamos me retiraron las esposas enseguida. Este salón solo contaba con dos sillas —una al frente de la otra— y una mesa grande en frente de ellas. Había poca luz y el frío era insoportable. Estos dos tipos salieron y entró un señor con una apariencia diferente. Él se veía mayor que los otros dos, lucía en su pecho, una placa con su nombre escrito en mayúsculas: "GUILLERMO".

—Sientate, hijo. —señaló con voz suave mientras él se sentaba en la silla restante.

No parecía alguien malo, se veía como un abuelo que se conservaba en un buen estado de forma. Un señor con canas, ni un solo pelo en la cara y un uniforme que le quedaba perfectamente a su contextura.

Cuando terminó de sentarse, sacó de su bolsillo una crema y un espejo y los dejó sobre la mesa.

—Ten. Cuando te desmayaste, golpeaste tu cabeza contra el suelo. Tranquilo, estás bien. Nada que una crema no pueda resolver —explicó con total serenidad.

Agarré con un poco de desconcierto el espejo, y noté el bulto que tenía en la parte derecha donde terminaba mi frente.

—También nos pusimos en contacto con tu padre. No solemos hacerlo con regularidad, pero queríamos adelantar el proceso mientras estabas inconsciente —continuó diciendo mientras yo me veía el golpe en el espejo.

—¿Do-...donde está él? —pregunté temblando por la combinación de miedo y frío.

—Seguro estará buscando un abogado, yo pedí que te trajeran aquí para darte las indicaciones sobre dónde te quedarás y todo el protocolo

La palabra "quedarás" se sintió como un montón de balas a quemarropa sobre cada uno de mis órganos.

—Llamé a una amiga psiquiatra mientras estabas dormido, por decirlo así. Para que me ayudara sobre tu cas...

—¿Cómo que psiquiatra? —pregunté instantáneamente.

—Hijo, voy a ser sincero contigo. Nadie hace todo el trabajón que tu hiciste, de entrar en una casa lujosa y tomar solo 200 dólares. Es inexplicable.

—¿De qué está hablando? Yo no he acosado a nadie, todo tiene una explicación lógic...

—Señor Martín Luzardo. —me interrumpió—. Fuimos a su casa, su papá nos permitió el acceso a la computadora.

Mierda.

—¿P-...pero eso no es ilegal? Esas cosas son mías, yo no permití que las agarraran —repliqué mientras la ansiedad empezaba a subir.

—Técnicamente, son de tu padre, todo está a su nombre. Mira... yo quisiera seguir conversando contigo, pero no puedo tenerte aquí tanto tiempo. Acompáñame, te llevaré a tu celda.

"Celda" malditas palabras, solo conseguían retumbar en mi mente una y otra vez. No aguante las ganas y apenas el se paró de su silla, vomité.

La desesperación se había concentrado en mi estómago, no sabía qué iba a suceder conmigo.

Glicerina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora