Lo anterior solo fue un preámbulo para el comienzo de problemas más serios en mi historia. En resumen, era un niño con algunas preocupaciones y un amigo idiota, logré vivir toda mi niñez con ellas y ahora era un joven con más preocupaciones -con la suma del pensamiento de culpabilidad constante por la trágica muerte de mi madre- y un amigo idiota. Creo que esta bien explicado.
Todas estas preocupaciones estaban encerradas en una caja fuerte que tenía lugar en mi cabeza, de vez en cuando éstas se escurrían por algún lugar, cosa que me producía cierto malestar. Hubo un día donde la caja fue empezando a abrirse cada vez más
12 de abril de 2008:
Ya no era un niño. Aunque con la edad de diecinueve años tenía la misma cara, un cuerpo un poco más largo -mi altura era de 1.79 m exactos- misma delgadez y mismos ojos llorosos. Ya no me peinaba, simplemente cuando sentía que el cabello me empezaba a molestar en la frente, lo cortaba.
El punto es, que ese sábado de abril, recibí una llamada de Javi a tempranas horas de la mañana.
—¿Martín?
-Sí, ¿Javi? -pregunté intentando parecer que no acababa de despertar-
—Te desperté, ¿verdad?
—Sí.
—Que hijo de puta. No te quitaré mucho tiempo —respondió mientras aguantaba la risa—. Mi madrastra tiene un compromiso fuera de la ciudad y viajará hoy. Si quieres podrías venir a mi casa hoy a las siete, para beber algo y así.
—Bueno, esta b...
—Perfecto entonces.
Y colgó. Gran conversación, sentí que me prestó grandes cantidades de atención.
No pude conciliar el sueño de nuevo y decidí pararme a desayunar con mi padre. Aunque yo ya tenía diecinueve años y estaba a punto de entrar a la universidad, mi padre estaba de acuerdo con mantenerme, para que pudiera enfocarme únicamente en mis estudios. Nuestro apartamento estaba ordenado de forma perfecta, tal como me encantaba. Piso de madera pulido reluciente, una cocina donde predominaba el color gris -por el refrigerador y lavaplatos- impecable y cada una de las habitaciones pulcras, con olor a flores de jazmín en cada espacio. Yo me encargaba de que se viera siempre así, para que la comodidad siempre estuviera presente.
Ese sábado tuvo un comienzo lento y aburrido para mi, así que busque entretenerme desinfectando algunas de mis sábanas, ordené de la forma correspondida el escritorio de mi habitación, separando por color y cantidad de tinta restante a los doce lapiceros que tenían lugar en un vaso en la esquina derecha de mi mesa. También limpié el poco polvo que había en los cuadros de la pared y finalmente me duché. Eso fue lo más relevante que ocurrió antes de salir a la casa de mi amigo.
Salí de mi casa específicamente a las 6:15 PM para que me diera suficiente tiempo de comprar algún detalle y llegar a las 7:00 PM con exactitud.
Comprobé que la puerta principal estaba cerrada adecuadamente y salí a comprar ciertas cosas en un bodegón cercano. Termine comprando una botella de vodka, unos chocolates y un chicle. El chicle tiene una explicación; las personas fuman cigarrillos para relajarse, yo masticaba kilos y kilos de chicle.
La casa de Javi no quedaba lejos de la mía o del bodegón donde había comprado las cosas. Llegué en diez minutos sin haber pisado ni una sola línea por el camino. Toqué dos veces la puerta y abrió Sabrina, su hermana mayor.
Abro paréntesis para describirlos:
Javi: diecinueve años, cabello pintado de amarillo y muy desordenado. Unos 1.85 M, delgado y su franela favorita para ese entonces era una negra con letras naranjas que decía "Masturbarse es una utopía"
Sabrina: veintitrés años, sumamente atractiva. Lamento quedarme en una descripción tan pobre, no soy un pervertido o algo relacionado, de verdad estaba muy buena. Por cierto, ella si era rubia natural.
Cierro paréntesis de la descripción.
—Ah, tú... —dijo Sabrina con cierto desprecio al verme en la puerta—.
—A veces siento que te caigo un poco mal. —respondí con una sonrisa burlesca—
—Pasa y ya, cierra la puerta por favor.
Apenas entré vi a Javi sentado en uno de los muebles de su sala.
—¡Martín, hombre! —exclamó levantando los brazos—.
—Hey, Javi. La próxima vez llama algo más temprano, estaba a punto de cenar.
Sabrina se fue a mi derecha, dirigiéndose a su cuarto, esperé que cerrara la puerta y me dispuse a hacerle una pregunta Javi, que aún seguía riendo por mi comentario... tampoco era tan gracioso.
—Mira, ¿qué ocurre con Sabrina? ¿está molesta conmigo?
—Déjala, ha tenido días difíciles por el acné. Hace mucho calor en su trabajo -respondió resoplando—. Hasta le mandaron un tratamiento para la piel, incluso tiene que aplicarse glicerina.
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Glicerina.
Short Story•🥇Primer lugar en la categoría "Historia corta" en el concurso literario de @EditorialCortazar• Absolutamente todo el mundo tiene problemas, unos más grande que otros, pero al fin y al cabo, son problemas. Algunas personas sencillamente intentan ev...