Ese golpe bajo duró varios días, el dolor no cesaba. La única manera de hacerme sentir bien un par de minutos, era el desahogo de esta fiebre emocional frente al par de papeles que colgaban en la pared de mi cuarto.
Sabrina y Javi llamaron varias veces durante la primera semana para saber de mi paradero, ellos, mi padre y mis conversaciones con esos trozos de papel eran mi único contacto.
Evidentemente, pedí un tiempo en el trabajo. El señor Barnes al conocer desde hace unos años atrás a Evangeline, cedió más rápido de lo esperado, sin ningún tipo de reproche.
Este hecho para una persona tan inestable como lo soy yo, era como mover la cuerda floja mientras pasabas encima de ella saltando en un solo pie; una tragedia prácticamente asegurada.
Después de todo lo que estuve luchando por meses, ya yo hasta empezaba a sentir decepción de mi mismo, ese remordimiento ocurría incluso antes de suceder algo que de lo que me arrepintiera. Lo que dije anteriormente, de mis conversaciones con el par de papeles, fue la segunda opción mas viable para desahogarme, la primera opción era la misma Evangeline. Es duro querer hablar de una muerte, solo y únicamente con la persona que falleció.
En un día de esos donde desperté, leí el texto que había escrito para responderle a ella esa tarde en el hospital, de lejos, se sentía el sufrimiento y las escasas ganas por salir adelante, me resultaba vomitivo. No podía volver a estar en ese estado.
—Mantengo la fe de que me escuchas, ¿sabes...? Han sido días difíciles, después de aprender a vivir con tu presencia, aprender a vivir sin ella es abrumador. Haré todo lo posible para que, estés donde estés, te sientas orgullosa de mi. —dije tocando su carta mientras una lágrima salía de mi ojo izquierdo.
La injusticia sobrevuela en esta vida, una persona tan llena de vida, muere, y yo que estaba tan vacío, continuaba aquí. Sentía la responsabilidad de llenarme de la vida que ella poseía, intentar llenarme y llenar a las demás personas de vibras positivas. De igual modo, era contradictorio, ella seguramente me diría que fuera a mi ritmo, que no era necesario adoptar ninguna responsabilidad... era todo tan confuso.
Un mes y cuatro días pasaron para por fin decidiera salir a trabajar. Ese jueves intentaría hacer parte de lo que ella me dijo en nuestra última sesión, dejaría de pensar en lo que debo hacer y empezaría a hacer... o al menos un poco. La tristeza continuaba, sin embargo sentía como todos sus consejos y lecciones empezaban a llenarse de sentido, de VIDA. Era una sesión interminable donde ella me hablaba y yo simplemente escuchaba con atención.
En mi mente solo rodaba el pensamiento de querer ir a trabajar, incluso corté mi cabello y barba por la mañana, cosa que no hacía hace varios meses atrás, tenia un aspecto parecido a una combinación entre John Lennon y Jesucristo.
Le conté a mi padre sobre lo que tenía pensado hacer y enseguida me apoyó, se sentía su emoción por ver que a pesar de todo no había recaído, o al menos no tan horrible.
Me arreglé y decidí ir caminando con mucho entusiasmo, la energía negativa que producía mi cerebro, la convertí en motivación para continuar con mi vida, eso me hubiese recomendado Evangeline, sin duda.
Justo antes de entrar recordé... jueves. Día de la semana donde la chica que tenía un mes y cuatro días sin ver y que me causaba tantos nervios; trabajaba el turno completo. Respiré y abrí la puerta.
-Pero quien acaba de llegar... es el chico de las dos... dos décadas ausente. Un fuerte aplauso —exclamó mientras levantaba los brazos en tono de broma.
—Hola... Tanto tiempo —respondí un poco tímido.
—Claro, hombre. ¿Cómo has estado? Tenía pensado llamarte o algo, pero es que ni siquiera tengo tu número. —señaló mientras se apoyaba en el escritorio.
"Lanzarme al vacío sin paracaídas, de eso se trataba... vamos Martin, carajo. No dejes nada para después" —me decía repetidas veces en mi cabeza.
—Eh... ¿lo quieres? O. P-...podrías darme el tuyo. —dije tartamudeando un poco.
—Bueno, creo que es lo mismo, ¿no? Da igual, ya te lo escribo. —mencionó mientras sacaba una hoja y un lápiz.
—Bueno, vale. —En mi cabeza gritaba y saltaba de la emoción, estaba a punto de conseguir su número.
—Ten.
Ese día le conté sobre que había pasado exactamente, me fui abriendo poco a poco con ella para que me conociera, así también vería sus reacciones y su manera de escuchar... nos estábamos conociendo.
—Pero, un momento... ¿tu psiquiatra? —preguntó.
—Mi psiquiatra. Es un poco complicado todo... —Volví a recordar los consejos de esa última sesión—. P-...pero si quieres, no sé, podría contarte todo más detallado algún dia, mientras tomamos un café o al...
—Me encantaría —contestó interrumpiéndome.
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Glicerina.
Short Story•🥇Primer lugar en la categoría "Historia corta" en el concurso literario de @EditorialCortazar• Absolutamente todo el mundo tiene problemas, unos más grande que otros, pero al fin y al cabo, son problemas. Algunas personas sencillamente intentan ev...