Capítulo 25

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El cuarto donde Evangeline atendía a sus pacientes era genial. No era muy pequeño, ni muy grande; era el tamaño perfecto. Todas las estanterías, diplomas y cuadros simétricamente colocados. Piso de alfombra y dos muebles de cuero en todo el medio del lugar. La luz era tenue, no había ventanas de ningún tipo, sin embargo no me sentía encerrado. Era bastante cómodo.

—Hola, buenas. —dije, mientras entraba al cuarto con algo de lentitud-

—Pasa con confianza, Martín. Mira, siéntate allí. —contestó señalando uno de los muebles de cuero.

Ella se sentó al frente de mi. Tenía el cabello recogido, un suéter verde, un jogger gris y unos zapatos negros. Evangeline era una persona muy organizada y se le notaba pasión por este tipo de cosas. Al parecer le emocionaba de alguna manera tener que oír mis problemas durante un tiempo determinado.

Rompió el silencio diciendo:

—Espero que el camino hacía acá haya sido del todo agradable. ¿Cómo está tu garganta?

—Sí, estuvo bien. Mi garganta ha mejorado, pero... tengo una tos constante que me resulta bastante molesta.

—Me alegra verte hablando. Creo que todos sabíamos que saldrías sano de ese hospital. ¿Has cumplido la dieta? —preguntó, sin romper el contacto visual conmigo en ningún momento.

—Sí, mi papá está al pendiente de eso. Han sido días bastante difíciles comiendo pura, pura...

—¿Mierda? -Me interrumpió.

La miré un poco confuso y a punto de reír

—Tranquilo, Martin. Viniste aquí para drenar tus emociones, ¿esta bien? No quiero que de ninguna manera te censures. Evita buscar sinónimos en tu diccionario mental y platicame lo más natural que te salga.

—Vaya, está bien. —dije, aún sorprendido.

Ella continúo preguntando sobre mi dieta, mi padre, que había hecho para distraerme en casa... para luego hacer la siguiente pregunta:

—Ya he cumplido con las preguntas que tenía anotadas para esta primera sesión. ¿Hay algo que me quieras contar?

Creo que quería hablar, pero a la vez no. Era la primera vez que sentía que alguien estaba interesado en escucharme para ayudarme —quitando a mi padre— pero una parte de mi cerebro me decía que esto no resolvería nada.

—No. —respondí con un semblante serio-

—Bueno, es normal. Quizás la próxima semana ya tendrás algo que contarme. Espero que sigas queriendo venir, hijo. Estoy aquí para ayudarte.

Esa última frase me revolvió el estómago. Cerré los ojos unos segundos, me paré del mueble. Cuando apenas había dado cuatro pasos hacia la puerta, me detuve y dije sin voltear:

—H-...hay una cosa. —dije mientras me volteaba para verla.

—¿Si? Te escucho, hijo. —contestó aún sin quitarme la vista de encima.

Me devolví para sentarme nuevamente.

—Muchas veces cuando me despierto o estoy a punto de dormir, tengo la sensación de estar en otro lugar. En la... cárcel.

Sentí que pesaba menos después de decir esto.

Ella me vio un par de segundos en total silencio y me dijo:

—Entiendo. Aprecio mucho tu confianza hacía mi para contarme esto. Te contaré que pasa; el hecho de que tu vida haya cambiado tan rápido a una situación tan estresante como fue esa época, te está perjudicando con pequeños detalles como esos. Créeme que todo eso va ser momentáneo, es algo totalmente normal. He hablado con tu padre por teléfono antes de que vinieras aquí y le he dado la lista de medicamentos para ti. Te van a ayudar en este principio de tu tratamiento y poco a poco empezarás a tomarlos en menor cantidad.

—Oh, vaya. Bueno, sí, está bien. —logré responder con una minúscula sonrisa.

—Eso sería todo por hoy, ahora sí. Ve a tu casa y descansa un rato. Nos vemos el próximo jueves. —dijo sonriendo.

—Sí, adiós —contesté levantándome del mueble, esta vez, sí fui hasta la puerta-

Salí y vi a mi padre sentado con una revista. Inmediatamente notó mi presencia

—¿Todo bien? ¿nos podemos ir? —preguntó bajando la revista.

—Sí, todo perfecto. —señalé.

Nos despedimos del joven y salimos a esperar a algún taxi. Mientras esperábamos, caminé hacia la tienda de música para observar nuevamente; para mi sorpresa, había un cartel que no había visto antes. Este decía:

"Se necesita personal (TOTALMENTE INCOMPRENDIDO)"

Glicerina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora