Capítulo 17

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Mi sexto día empezó mas temprano y raro de lo que yo esperaba. Juan me despertó cuando aún seguía oscuro y me comentó que al parecer mi reporte se había perdido y algunos presos lo habían encontrado. Me comentó que no era algo tan grave, quizás algunas bromas en los recesos, igual solo sería durante esas veinticuatro horas, ya el día siguiente era el juicio y quizás podría salir de ahí...

La cosa es que después de escuchar eso no pude conciliar el sueño y busqué para masticar algo, ya no había oxido así que agarré pequeñas piedras. Mi dentadura empezaba a empeorar cada vez más, y con ella todo mi físico. Estaba más flaco, tenia la cara toda rasguñada por rascarme, y aunque mi mente estaba llena de preocupación, no veía otra solución para calmarme, solo usar de nuevo glicerina. Quizás suene loco, quizás muchos no entiendan porqué mi obsesión con ese maldito líquido, pero la sensación cuando corría por mi piel, era inigualable. De solo pensarlo me generó mas ansiedad y tuve que masticar muchas más piedras, hasta que nos "despertaron" para el desayuno.

Apenas salí, sentí muchísimas miradas. Desde el más grande, hasta el más presuntamente débil. No podía demostrar miedo, solo serían unos minutos... tenía que superarlo.

El tiempo muchas veces es irónico. Hay quiénes dicen que pasa tan rápido... Era increíble que cabían perfectamente cuatro siglos en esos primeros cinco minutos que apenas habían pasado. Me encontraba sentado y con la cabeza fijamente viendo a la puerta para volver a entrar a las celdas. Juan se sentó a mi lado:

—Tranquilo. Sé que puede resultar intimidante, solo quieren joder, quizás piensas que eres débil o algo por el estilo.

—Lo soy. —dije fríamente.

Después de esas dos frases, reinó el silencio. Solo sentía miradas mas intensas cada vez.
Hasta que por fin llamaron para entrar e intenté disimular lo más que pude y entré rápidamente.

Lo mismo sucedió en el segundo receso, miradas intensas, pero hasta ahí. Solo debía aguantar uno más, y ya iría a juicio el siguiente día. El problema surge cuando salgo y veo que ya no son solo miradas las que siento, también eran dos hombres cerca del lugar donde me sentaba para comer. Sin dudarlo elegí dos puestos más lejos, no quería un intercambio de palabras, ni nada parecido.

Como quien no quiere la cosa, se acercaron cada vez más y más. Hasta que estaban en mi mesa.

—Buen provecho, Martín. —Dijo uno de ellos.

Parecían guardias, eran blancos, barbas descuidadas, cabello negro y una contextura física bestial.

—Sin muchos rodeos, sabemos que te gustan algunos tratamientos de la piel, y queríamos ayudarte.

Sin duda ese comentario llamó mi atención. ¿Ayudarme con un tratamiento?

—Realmente no necesito nada. Estoy bien así.

—Hermano, te queremos ayudar y es una falta de respeto que nos rechaces —respondió el otro sujeto, con un tono de voz más elevado—. ¿Vas a venir o qué?

Por más que mi cuerpo estaba completamente lleno de miedo, logré reunir el valor suficiente y respondí:

—No es una falta de respeto, no necesito nada de ustedes, gracias.

No creo que haya alguna frase de la cual me arrepienta tanto como la que dije en ese momento.

Los dos llamaron a otras personas, eran seis en total.
Querían hacerme daño, no había razones, solo querían hacerlo. Al ver estas intenciones, me levanté e intenté correr lo más rápido que pude, en busca de la ayuda de un guardia o Juan.

Nunca encontré tal ayuda.

Me agarraron. Por más que lo intentaba, no lograba zafarme, ya era muy tarde. Me cargaron y hasta ese momento no lograba pensar realmente qué mierda querían... ¿recuerdan el balde que comenté donde ellos escupían? Me dirigían a él.
Me tiraron contra el suelo justo al frente de ese maldito balde, y a partir de ahora todo se ve tan borroso. Recuerdo solo pequeños fragmentos... Uno de los tipos agarró mi cabeza y la sumergió repetidas veces en el balde, el cual no era suficientemente grande y mi cabeza rozaba con el borde...en conclusión:
Me estaba sumergiendo en saliva y sangre al mismo tiempo.

No podría decir con seguridad si solo fue una persona o se turnaban, pero estaba casi al borde de ahogarme con la mezcla de mi sangre y la saliva...pero se detuvo. Simplemente dejaron de hacer presión y saqué la cabeza de ahí. Estaba cerca de desmayarme, quería vomitar... eran tantas las sensaciones desagradables que sentía en ese momento.

Estas situaciones te enseñan que quizás no tienes que precipitarte diciendo que tocaste fondo, porque créanme que siempre se puede ir más profundo. Uno de ellos se acercó a mi, agarró el balde y literalmente echó lo que quedaba encima de mi. Acto seguido, tiró el balde sobre mi cabeza.

Todo se hizo negro.

Glicerina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora