En mi billetera tenía tres dólares, que me sobraron de compras que hice con anterioridad. Apenas se hicieron las 8:00 AM, bebí mi café rutinario, me bañé y me arreglé a la espera de las indicaciones de Javi. Las ansías por recibir la ubicación solo incrementaban, para así, finalmente comprar ese líquido y comprobar si me ayudaría con el horrible acné que poseía.
9:07 AM. Hora en la que finalmente Javi mandó tan esperada ubicación, no quedaba para nada lejos de mi casa, sobra decir que salí de inmediato con mis tres dólares en mano. Una escena parecida a un niño corriendo a comprar un dulce.
La impulsividad dijo presente y terminé gastando todo mi dinero en tres envases de glicerina. Admito que tuve que confirmar el precio porque no quería que Javi le estuviera haciendo una mala jugada a mi ansiedad.
Llegué a mi departamento, y no pude resistirme a la curiosidad. Me dirigí al baño y le agregué varias gotas de glicerina a un recipiente que había llenado con agua. Cuando me apliqué ese líquido en la cara fue una sensación tan, pero tan placentera. Sentía un incremento de frescura entre mis poros, cosquillas y agradables roces cuando las gotas caían por mi cara. Algo inexplicable, que moría por explicar.
Quisiera decir con orgullo que esos tres envases duraron al menos cuatro meses... a la segunda semana había vaciado todos.
Cada vez iba colocando más glicerina en el recipiente y menos agua, además de aplicármelo varias veces al día. Esto hacía que la sensación que me generaba, aumentara.
Al principio el acné iba desapareciendo, pero cuando empecé a usar cada vez más glicerina, empeoró.
Cualquiera con sentido común, pensaría que, todo en exceso es malo, y en esta oportunidad no existió alguna excepción. Esta dosis excesiva de glicerina trajo consecuencias en mi piel graves; causó una resequedad en mi mandíbula, algunas llagas en la barbilla y varias manchas rojas en las mejillas, no era un rojo lindo, era un rojo sangre horrible.
Llegué casi al punto de utilizarla pura, y ganas no me faltaron, pero glicerina sí. Después de utilizar mis últimas gotas, le pedí dinero a mi papá para comprar algunos envases más.
—Solo puedo darte cinco dólares en este momento, Marto. —dijo en voz baja mientras ponía cara de preocupación—. No he podido conseguir trabajo, y el tema de la comida me está consumiendo.
Mierda. No podía ver a mi papá así, la culpa se apoderaba de mi mente, el dinero empezaba a faltar y yo solo era parte del gasto. Él necesitaba ayuda y yo no sabía cómo dársela.
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Glicerina.
Short Story•🥇Primer lugar en la categoría "Historia corta" en el concurso literario de @EditorialCortazar• Absolutamente todo el mundo tiene problemas, unos más grande que otros, pero al fin y al cabo, son problemas. Algunas personas sencillamente intentan ev...