Capítulo 49

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Los cuatro minutos más largos de mi vida. No se cuantas veces leyó, releyó y recontra leyó aquellas palabras que estaban plasmadas en esa hoja de papel, su expresión cambió.

Ella estaba del otro lado del escritorio de la tienda. Tenia las mejillas coloradas, una sonrisa que no se podía disimular y unos ojos brillosos a punto de soltar una pequeña lágrima de felicidad.

Yo solo podía contemplarla con unos nervios llenos de paz que me recorrían todo y cada uno de los músculos de mi cuerpo. No estaba apto para decir ni agregar nada, en la carta mi cuerpo, mente y todo estaba en exposición.

Ella abrió la boca en un primer intento de hablar, pero, no lo logró. Dio vuelta al escritorio, y se dirigió hacia mi para darme un abrazo que trajo consigo el calor más intenso y agradable que nunca había sentido.

—Podríamos intentar algo. -dijo después de varios segundos-

Yo solo la observe para que continuara.

—No sé. Me hace feliz verte evolucionando, con ganas de crecer. Y si estas conmigo, yo no te permitiré esto —señaló mientras tocaba mi rostro- ¿Qué te hiciste?

—Es... maquillaje.

—Sabes que no es muy beneficioso para tus cicatrices ¿no? Yo no quiero que intentes ser alguien que no eres.

El silencio falso se apoderó del ambiente, digo falso porque nuestras miradas hablaron más que nunca ese día. Cualquier persona que le mencionara que había escrito tal declaración de -¿amor? No sé como llamarlo- sin conocer ni la segunda letra del nombre de aquella que la recibió, pensaría que estoy desquiciado, demente, loco... y a lo mejor si.

Recuerdo cada una de las palabras de esa carta. No fue importante para mi rimar o que sonara melódico. No fue importante recitar palabras técnicas ni de difícil pronunciación.
En esa carta estaba mi corazón latiendo, usando la sangre como tinta... bueno, eso no suena tan bien.

El asunto es, que en esa carta era un paso importantísimo para una persona como yo. El tomar un riesgo, que incluso, para alguien común y corriente seria difícil de decidir. Por primera vez en mi vida jugaría a la ruleta rusa de los sentimientos con todo el optimismo del mundo. Y ese día, pude salir de aquella tienda, con la mano de aquella señorita de nombre incierto, sobre la mía. Ese día, fue el más feliz de toda mi existencia.

"Cuando tenía 4 años, mi papá me llevaba a un parque a lo alto de unas colinas cada fin de mes. No podíamos ir con tanta regularidad porque era un sitio bastante alejado de mi casa. Este lugar estaba repleto de árboles que hacían que lograrás gozar de una respiración inigualable, totalmente placentera. No había ruido de ningún tipo, ni algo que me quitara la paz, simplemente era feliz. Soy pésimo para hablar de amor y todos sus derivados, pero cuando estoy contigo y las cosas se tratan de ti, me siento como en ese parque. Tú me transmites la paz que cualquier ser humano puede llegar a necesitar. Los problemas se convierten en migajas, y los pensamientos negativos se esfuman...solo importas tú.
Sé que sonará extraño, pero no encuentro algún otro ejemplo para que puedas interpretar como me haces sentir: Eres mi parque y adoro con todos mis sentidos; respirar de tu aire"

Glicerina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora