Capítulo 40

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Pasaron varias semanas desde mi última sesión con Evangeline, cuando me dirigía a trabajar observaba a las afueras de su consultorio como entraba y salían muchas personas al día. Yo la llamaba regularmente para contarle sobre mi día y ese tipo de cosas, que en realidad, no tenían mucho de interesante. Las cosas en el trabajo avanzaban poco a poco, mi conversación con la señorita de las 10 era algo seca; no era capaz de lanzarme completamente a intentar algo.

Un domingo por la noche, recibí una llamada de un número desconocido. Una parte de mi cerebro decía: "No contestes, puede ser un secuestrador o algo" la otra parte decía "Contesta, puede ser una emergencia".

—Hola, ¿quién habla? —Contesté finalmente.

—H-...hola, Martín, soy yo. —reconocí la voz de inmediato.

—Hola, Evangeline. Buenas noches, ¿qué ocurre?

—Hijo, de verdad lamento tener que avisarte todo esto por aquí. Eres el primero que se enterará —dijo con un tono de voz acelerado— Estoy a punto de irme a Londres. Decidí finalmente iniciar de 0, únicamente con el conocimiento que conseguí por tu situación. No quería decir nada, hasta que no fuera seguro, te pido perdón de rodillas a la distancia.

—Me estás jodiendo. —respondí absolutamente incrédulo.

—No, Martín, lo siento. El avión despegará en una hora. Mañana si puedes ve a donde quedaba mi consultorio y revisa abajo de la alfombrilla de bienvenida, hay algo para ti.

Tenía ganas de llorar, quería gritar de felicidad y reír con molestia.

—Wow, Evangeline... estoy impresionado. De verdad que espero que te vaya increíble. Por favor, llámame cuando estés instalada para que podamos estar en contacto. Gracias por avisarme, en serio lo aprecio. —Contesté al borde del llanto.

—Eres una maravillosa persona, Martin. Te lo digo y te lo diré siempre, nos volveremos a ver, te lo prometo.

La señal falló un poco y terminó cortando la llamada.
En realidad estaba muy contento por ella, aunque sentía que la necesitaba... cerca.

Me desperté temprano el lunes aunque no trabajaba, hacía un tiempo horrible. Me duché con un frío insoportable, luego,  me puse una chaqueta para no congelarme, ni empaparme con la lluvia. Mi papá no estaba para llevarme, así que tomé un paraguas, me coloqué unas botas y salí rápido.

Al llegar, noté que el techo sobresalía tapando un poco la alfombrilla, deseaba que lo que fuera que estuviera abajo estuviera intacto.

La levanté y abajo había una carta, con algunas gotas cerca de las esquinas, aparentemente nada grave. ¿Qué mejor que leer una carta en el lugar donde te hiciste mejor persona, con un clima de lluvia...? Mi llanto estaba asegurado. Finalmente la abrí:

"Hola, Martín. Te escribe tu psiquiatra y amiga Evangeline. Si estás leyendo esto, yo debo estar llegando a Miami, New york o Londres... no sé que decidí al final. Desde este momento quiero pedirte disculpas por no contarte con anterioridad, ansío que todo salga excelente. Quiero contarte por aquí rápido que desde que te vi en tu primera sesión, noté que eras alguien diferente... y vaya que lo eres, lograste cambiar mi vida. ¡Incluso mira, me voy a luchar por mis sueños de ir a trabajar en el extranjero! Ésta es una especie de agradecimiento por la confianza que me diste, sin duda, me devolviste todas las ganas por salir a trabajar en mi. Deseo que nos veamos de nuevo y me cuentes todo lo que has logrado, eres como un hijo para mi. Te quiere, Evangeline"

Las lágrimas brotaron como cascadas. Quería llamarla, quería que me contara como había llegado, era necesario para mi.

Me sequé y fui directo a la tienda, donde estaba aquella señorita de las diez.

—Hey, tú. ¿Qué haces aquí hoy? —preguntó apenas me vio.

No había música en la tienda, quizás porque recién abrían o simplemente a ella no le gustaba.

—Nada, he venido a recoger algo.

—¿Estabas llorando o algo? Hoy ha sido una mañana dura de noticias...

—Me ha conmovido algo que he visto por ahí... ¿dura de noticias? ¿por qué? —pregunté.

—Sí, por eso la música no está encendida, tonto. Tenía puesta la radio para escuchar el noticiero.

No le di importancia y me dirigí cerca de los Cd's para sentarme y relajarme un rato.

—Pero cuéntame, ¿qué ha pasado? —Dije mientras me sentaba, ya un poco mas tranquilo.

—¿En serio no sabes nada? Se ha hablado sobre ello toda la mañana, dejé de escucharlo porque me iba a terminar deprimiendo.

—Coño, no debe ser para tanto. Pero, no sé nada, ¿que pasó?

—Bueno es que, ayer en la madrugada, un avión que salió desde el aeropuerto de esta ciudad, tuvo accidente aéreo, por el tiempo y las fuertes brisas se descontroló y terminó chocando... al parecer no hay sobrevivientes

Glicerina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora