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Era un día nublado, aunque todo se veía gris no era un día depresivo, de hecho era el tiempo perfecto para un buen chocolate caliente, un día de antojos.

Teddy Grey se vio paseando con su nueva niñera, ella no le agradaba mucho, pero le gustaba obedecer a su papi para que no se enojara. La niñera lo había sacado de el Escala para que pudiera respirar un poco de aire fresco, no era normal que un niño se la pasara encerrado, esa sería la excusa que le pondría al Señor Grey cuando descubriera que había burlado la seguridad, tenían poco tiempo antes de que llegaran los guardaespaldas.

La verdad es que Nadia se había escapado para ver a su novio en un parque que quedaba cerca, obvio tenia que llevarse al niño porque tampoco quería descuidar tanto su trabajo.

—Ya era hora.–Dijo Nick, el novio de Nadia.

—No tenemos mucho tiempo, en unos minutos nos encontrarán.–Respondió Nadia un poco temerosa, no le agradaban mucho los niños pero no quería perder su trabajo.

—Odio esto, odio tu trabajo y a este mocoso.–el novio de Nadia señaló al pequeño.

—Deja me encargo de esto. Teddy, ve a jugar.- Nadia vio como Teddy se alejaba de ella, tiene 4 años ya puede jugar solo, tan siquiera columpiándose.

Obvio no descuidaría tanto al niño, solo quería un rato a solas con su novio. Ellos se fueron a sentar para aprovechar los pocos minutos que tenían disponibles.

Teddy estaba columpiándose, hasta que el viento sopló, un olor tan dulce hizo que su tripita rugiera. Intentó averiguar con la mirada de dónde venía ese olor hasta que vio en una esquina una tienda, ¿de ahí viene ese olor tan bonito?.

-Nania, hambre.-Corrió hasta donde estaba Nadia sentada, quería ir a esa tienda.

-Ahorita no me molestes. Ya casi nos vamos.

Teddy siempre conseguía lo que quería, por decidió ir solo, de todas maneras Nadia no se daría cuenta pues estaba muy distraída. Caminó hasta la esquina, estaba tan cerca, el problema es que tenía que cruzar la calle. Él no podía solo, pero no se rendiría. Ni siquiera se fijó para asegurarse  si venía un carro o no, su vista estaba en esa tienda. Corrió con todas sus fuerzas, sintió como un carro le pitaba su claxon, no supo que pasó, cerró sus ojos por el miedo y los gritos, su cuerpo cayó de rodillas al duro piso. Pero pudo sentir como alguien abrazaba su pequeño cuerpo, cargándolo.

-Dios mío pequeño, tranquilo.-Teddy por fin se animó a abrir sus ojos, se fijó en la persona que le hablaba.

Se encontró con una sonrisa tan bonita, al igual que unos ojos azules que se le hicieron más bonitos que el cielo.

Somos chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora