Dos estrellas

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Eran pasadas de la cinco, tenía la mínima esperanza de que aún estuviera esperando en la plaza. Por otra parte quería que se hubiera ido ya cansado de esperar y otra quería quedar con el.

Al llegar el estaba hay esperando sentado en un banco, dándome la espalda, decidí que era buena idea asustarle.

Sam- Buenas tarde señor.

Fla- Joder, que susto me has metido.

Sam- Parecía tan concentrado en lo que pensabas. Y decidí que sería buena idea asustarte.

Fla- Sabes pensaba que nunca llegarías y me darías plantón.

Sam- Sabes al principio lo he pensando, pero te dire una cosa. No soy tan mal.

Fla- Ya veremos.

Sam- se rie- Venga levanta vamos a tomar algo.

Fla- Si señora.

Samantha resopla.

Fueron a una cafetería cerca de la zona. Estuvieron sobre dos horas, hablando, riendo y picandose. Hablaban sobre los estudios y cosas que les gustaba hacer.

Fla- Y mi padre quiere que me haga fútbolista, pero en realidad lo que yo quiero es se un gran artista y tocar el piano o simplemente ser profesor de niños pequeños para enseñarles lo bonito que es la música.

Sam- Te entiendo, a mi me costo mucho para que mis padres me apuntaran al consorvatorio.

Fla- A veces me gustaría huir del mundo y estar solo, conmigo mismo.

Sam- Ven te llevaré a un sitio. -dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Pagamos la cuenta. Caminabamos por las calles que yo misma había recorrido sola millones de veces. Nos adretamos al parque Natural del barrio. Le llevaba más bien corriendo por todo el parque, y el no paraba de hacer preguntas. Le pare delante de una matoral enorme.

Fla- ¿Pretendes que pase por ahí?

Sam- ¿Tienes miedo?

Fla- Para nada.

Sam- Pues vamos.

En ese momento fue la primera vez que tubimos nuestro primer contacto. Le cogí de la mano sin pensar y pasamos entre el matoral de hojas.

Su reacción al sitio fue el mismo que el mío. El sitio era preciso, no era muy grande, pero para un par de personas estaba bien.
Lo primero que encontraban al entrar ers un pequeño estanque de peces, que yo misma me encargue de alimentar desde que descubrí ese hermoso lugar. Estaba todo rodeado de árboles altos y arbustos, pero cuando mirabas hacia arriba, te podía encontrar el cielo perfectamente, no había ninguna rama de ningún árbol por miedo. Le invite a sentarse en la fría hierba conmigo, como siempre que hacia cuando llevaba a ese lugar, secreto que nadie sabía de su existencia. Solo una niña de seis años infeliz.
Estuvimos unos segundo en silencio hasta que decidí hablar.

Sam- Cuando era pequeña y mis padres discutían, venía aquí a escondidas. Me escapaba por la puerta del jardín y corría hasta aquí. Era y sige siendo mi lugar favorito del mundo y siempre lo será. Nadie sabe de su existencia ni siquiera Mai. Lo encontré un dia que íbamos de paseo, así lo llamaban mis padres, creo que nunca han entendido el concepto de paseo en familia, porque siempre estaban mas pendientes del teléfono que de mi o sino discutían por tonterías sin sentido. Estaba estirada en la hierba del parque mirando el cielo y las nubes que eran arrestadas por el viento, de repente un pequeño pájaro se poso a mi lado y echo al vuelo, empecé a seguirlo. En ese momento solo tenia 6 años, y el me atrayo hasta aquí. Desde entonces vengo siempre que me siento sola y es la mayoría del tiempo. Antes cuando has dicho que muchas veces has querido huir del mundo he pensado en este lugar. Y igual que me a ayudado a mi todos estos años, también te puede ayudar a ti.

Fla- ¿Porque me cuentas todo esto?

Sam- Siento que puedo confiar en ti. ¿No?

Fla- ¿Y porque?

Sam- No veo maldad en tus ojos como en los de los demás y no me has echo desconfiar, eres la única persona que me ha conseguido sacar una sonrisa en solo cruzar dos frases. ¿Tu confías en tí?

Fla- ¿Y tu? ¿Confias en ti misma?

Sam- Al principio cuesta, como todo en esta vida, pero lo hace, aprendes. Té aceptas, finalmente lo haces, porque si no lo haces tu. ¿Quien lo ara? Nadie lo va hacer por ti y no porque no quieran, sino porque no pueden.

Fla- Antes creo que si, pero hace tiempo que ya no lo hago.

Seguimos los dos sentados delante del pequeño estanque entre los altos árboles y arbustos, arropados por la hierba verde. Estaba todo tranquilo, no se escuchaba nada, algún sonido de la naturaleza, penetraba en nuestras orejas, para nada irritable, al contrario. Apoyé mi cabeza en su hombro y nos miramos a los ojos, no hacia falta nada más.
Éramos dos idiotas sentados en el suelo frío, mirandonos, mientras la luna se asomaba y cada vez era más oscuro y aparecían las primeras estrellas en el cielo.








Este capítulo me gusta mucho y lo disfruté mucho mientras lo escribía. Espero que a vosotr@s también lo disfrutéis como yo.

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