Porque la gente se puede ir sin avisar

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Estaba en mi habitación, eran las diez pasadas solo faltaban unos minutos para las once y aún no había conciliado el sueño, ya había cenado y me encontraba tumbada en mi cama mirando el techo blanco. Ni siquiera me había cambiado la ropa y seguía con la misma que había llevado todo el día en casa de mi padre.

Desde la fiesta me pasaba más a menudo por casa de mi padre. Rosa siempre me había tratado bien a si que nunca tuve nada contra ella, a decir verdad, ellos eran parte de mi familia y yo de ellos.

Cuando decidí que era hora de irme a dormir de verdad algo toco a mi ventana, no le di importancia, pero algo volvió a golpearla. Me acerque lentamente con la esperanza que fuera mi imaginación por el cansancio.

Sam- ¿Qué haces?

Fla- ¿Estabas durmiendo?

Sam- No.

Fla- Perfecto, ven corre baja.

Sam- ¿Pero que dices, sabes que son las diez?

Fla- Si.

Sam- De la noche.

Fla- ¿Vas a bajar?

Sam- Espera voy a por un abrigo y a ponerme las bambas.

Fla- Vale.

Sam- Ya voy, sal que saltó – salte de la ventana al suelo.

Fla- Buenas noches.

Sam- Buenas noches. ¿Y ahora qué?

Fla- Pues no es.

Sam- ¿Cómo que no sabes? ¿Sabes que podría estar durmiendo ahora mismo?

Fla- ambos sabemos que eso no es vera, además estás aquí.

Sam- por algún motivo has tenido que venir?

Fla- No podía dormir- dijo avergonzado.

Sam- Él bebe Fla no podía dormir- dijo con tono burlesco.

Fla- no te rías, es por una cosa familiar, me tiene inquieto.

Sam- Perdona, no sabía. ¿Si quieres podemos ir a dar una vuelta?

Fla- Sería un placer, después de ti. - se agachó haciendo una reverencia dejando me paso por el pequeño pasillo.

Nos dirigimos al pequeño parque y nos sentamos en un banco, estuvimos hablando por un buen rato largo y riéndonos, parecía que lo que tenía preocupado a Flavio se había olvidado o eso parecía. Por lo menos eso era lo que me pasaba a mi cuando pasaba tiempo con él, podríamos estar dos o tres horas hablando y diciendo cada tontería que se nos pasaba por la cabeza y ni siquiera nos daríamos cuenta que estuvimos un par de horas. Al estar juntos todos los problemas se desvanecen y una persona yo la necesitaba en mi vida, por eso creo que Flavio y yo somos mejores amigos, tenemos tantas cosas en común y todavía muchas cosas que contarnos, pero ambos sabemos que algún día lo sabremos, solo necesitamos un poco de tiempo. 

Seguíamos sentados en aquel banco en silencio, cuando fue interrumpido por Flavio.

Fla- ¿Qué hora es?

Sam- Serán pasadas las doce.

Él se levantó y tendió su mano para que yo la aceptara y levantarme del banco.

Fla- Ven.

Empezó a andar, arrastrándome mientras íbamos cogidos de la mano.

Sam- ¿Dónde me llevas?

Él no decía nada permanecía en silencio, decidí no preguntar más, solo intentaba seguir su ritmo, a paso rápido. Estábamos adentrándonos a las afueras de la ciudad, subiendo una pequeña colina. No había estado nunca por este rincón de la ciudad y tenía intriga donde me llevaba.

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