Apuesta |CARMUEL|

CAPITULO 50

''ES EXTRAÑO LO MUCHO QUE ME AFECTA EL PASADO. ''

CARLA ROSON CALERUEGA

Llevo todo el día tratando a localizar a Samuel, no contesta mis llamadas pero sé que las ha visto, no tiene su móvil apagado. No entiendo que pretende hacer, sigue metido en ese problema tan grave y no se deja ayudar por nadie.

Por la noche paso por mi casa, se veía muy serio y un poco triste, se que nada malo paso porque no fue desesperado ni intranquilo.

¿Qué le paso ahora?

-¿No sabes contestar tu móvil o qué? – cuestione enfadada

Es una cosa que no tolero, al menos podría mandar un mensaje, decirme que está vivo.

-Llevo todo el día trabajando como loco.

-No me mandaste ni un solo mensaje.

Samuel queda callado.

-¿Qué, no tienes nada que decir?

-Si vine aquí es porque tenemos que hablar.

-Siéntate.

-No pienso sentarme mientras te estaré diciendo lo que tengo que decirte.

Asentí con cabeza, cruce los brazos.

Me está poniendo muy asustada e intranquila.

-Habla ya, Samuel.

-Esta relación ya no tiene ningún sentido.

-¿Perdón?

¿Qué mierda le pasa para decirme una cosa así?

-Reconócelo, Carla... estas pensando lo mismo que yo, no tenemos ningún futuro juntos, fue divertido mientras duro pero ahora se está poniendo demasiado aburrido.

Abrí los ojos fuertemente, no puedo creer lo que me está diciendo.

-Esto no tiene ninguna gracia, Samuel.

-No es una broma, entendí que yo no puedo darte lo que tú necesitas.

-¿Por no ser rico?

-Eso también.

Me acerque a él, pongo mano sobre su mejilla pero el da vuelta.

-Cuéntame que paso, lo que estás diciendo no tiene sentido.

-¿Y lo nuestro tiene sentido?

Lo miro incrédula.

-Tú me amas.

-No mezclas el amor con esto, por favor.

-¿Por qué de repente quieres terminar conmigo?

-No puedo más, necesito despacio, necesito estar solo.

-¿Tan de repente?

Hubo algo raro en todo esto, en su manera de hablarme, de mirarme.

-Yo ya no te quiero, aceptarlo.

Lo único que no acepto son mentiras y el acaba de decirme la mentira más grande y más dolorosa.

SAMUEL GARCIA DOMINGUEZ

No puedo ni cruzar la calle sin ver alguno de esos tipos que volvieron amenazarme, fui al trabajo y vi que tengo varias llamadas perdidas de Carla. ¿Qué hago?

No puedo seguir metiéndola en esto, es arriesgado.

De camino a mi casa me encontró con un tipo que reconocí de inmediato.

-¿Qué quieres?

-Esa no es la manera adecuada de hablar, Samuel.

-Si no me dejan en paz llamare la policía.

Sigue caminando, podía sentirlo detrás de mí, mirándome, quizás calculando su próximo pasó, esos tipos son así.

-¿Y Carla?

En cuanto le oí mencionar su nombre di vuelta, quería matarlo con mis propias manos.

-¿Qué dijiste?

-Esa chica rubia... ¿es tu novia, verdad?

-A ella no la vas a meter en este asunto.

-Ya está metida desde que se enrollo contigo.

-¿Qué piensan hacer?

-Deberías aprender cómo comportarte si no quieres perderla.

Me acerque a él, empujándolo.

-Ten cuidado, idiota... ¿quieres que vaya a su casa y le haga algo, un susto?

-No serias capaz.

-¿Estas poniendo en cuestión mi moralidad?

-¡No te acercas a ella!

-Está bien pero solamente si haces lo que yo te diga.

-No pienso vender droga.

-Entonces le deseo mucha suerte en todo... - dice al alejarse

No sabía qué hacer... ¿Qué mierda hago ahora? ¿Qué hago?

Necesito alejarla de mí pero no puedo decirle lo que sucede claramente, no puedo decirle eso, ella va querer estar a mi lado, va querer tenerme cerca, necesito hacerle daño, necesito romper con ella, eso es lo que tengo que hacer.

Me fui a su casa, le dije todas esas cosas que podrían hacerle ver que no quiero estar con ella pero por alguna razón ella me miraba con esa mirada confundida, no me cree.

-¿No me quieres? – cuestiona

-No, no te quiero... me agobias, Carla.

Ella sonríe, no me cree.

¿Cómo la alejo de mi lado cuando se ve tan malditamente tierna y bonita?

-Esto es ridículo...

-Yo tengo que irme así que...

-Samuel...

Me toma por el brazo, pone manos sobre mi rostro, me hace mirarla en los ojos, no puedo hacerlo, no puedo romperle el corazón de esa manera.

-Me amas, lo sé, no tienes porque mentirme.

-Estas equivocada.

Se aleja de mí, mirándome de tal manera que me hace querer abrazarla y besarla.

-Lo siento mucho – dije y salí de su casa

Tenía ojos llenos de lágrimas, quería llorar, explicarle todo pero no pude, no en ese momento.