Cap 37

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- No estuvo tan mal chicos - rió Erza.
- Bromeas ¿cierto? - preguntó Gray.

Luego de patinar un rato más, los llevé a un invernadero donde habían varios tipos de plantas y flores, Gray y Gajeel se interesaron por una planta en específico, lo que ellos no sabían es que la planta era carnívora.

Cuando ellos quisieron tocarla abrió la boca queriendo comer el dedo de ellos, gritaron como niñitas asustadas y todos los que íbamos allí nos reímos de ellos, en estos momentos estan con vergüenza con sus narices metidos en un periódico.

- Nunca me había sentido tan humillado en toda mi vida - se quejó Gajeel.
- Vamos, aún faltan lugares por ver - dije tratando de animarlos.

Al parecer se lo pensaron un poco, se levantaron de la banca del parque central y no fuimos rumbo a una feria de por allí.

- Bien, tenemos 5 boletos cada uno, podemos subirnos a cualquier juegos querramos, nos vemos en el puesto de hot dogs en 2 horas ¿de acuerdo? - pregunté.
- Esta bien - contestaron todos.

Tome a Natsu de la mano y me guío a un puesto de mide tu fuerza, si el marcador pasa la mitad te dan dos boletos gratis, si llega al final, osea el nivel más alta, son 10 boletos por los dos.

- Que infantil eres - me burle.
- No me digas asi Luce, además a Que siempre de pequeño jugaba esto y terminaba perdiendo, hoy le quiero demostrar que se equivoca.

Que por derrotada, contra él no podía discutir, hizo fila hasta que fue su turno, arremango las mangas de su sudadera y agarró el mazo, tomó impulso y golpeó, para sorpresa de él, llegó un poco más arriba de la mitad.

- En tu cara medidor de fuerza - presumió.
- Sigo diciéndolo, que infantil eres - me queje.

Me vio mal pero inmediatamente cambio su gesto por una sonrisa, me guiño de mi muñeca hasta un puesto de tiro al blanco.

- ¿Qué hacemos aquí? - pregunté.

Natsu me sonrió y dio un boleto, el juego consistía en darle a los patos, depende del número de patos derribados equivalía al premio a ganar.

- Te doy un obsequio - besó cortamente mis labios.

Luego el señor encargado del puesto le explicó las reglas y esas cosas. Sorpresivamente, Natsu iba ganado ya llevaba como 5 patos derribados, pasados 15 segundos, mi considerado novio había derribado quince patos, me sorprendió que tuviera buena puntería.

- Felicidades joven, puede escoger cualquiera de estos tres - señaló tres peluches.

Una estrella, un oso blanco y por último una especie de muñeco de nieve, Natsu sólo el vio como preguntándome, pero no emitininguna palabra.

- Escoge - dijo sonriendo.

Sonrojada agache mi cabeza, no es la primera vez que Natsu hacia algo así, en las otras tres atracciones me había dado un llavero de estrella fugaz y unos agentes de sol. Señale al último peluche, era blanco y el único dolor naranja era en su nariz, el señor le dio el premio a Natsu y él a mi, lo tome en mis manos y me deleite con su suavidad.

 Señale al último peluche, era blanco y el único dolor naranja era en su nariz, el señor le dio el premio a Natsu y él a mi, lo tome en mis manos y me deleite con su suavidad

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- ¡Me encanta! - chille cual niña.

Apretaba el lindo regalo contra mi, tan suave, blanco y olía a flores, que agradable sensación.

- Tampoco lo abraces tanto, me pongo celoso - admitió.

Me reí por lo bajo ante su confesión, me celaba por todo, pero así demostraba que me quería ¿no? Me acerqué a él aún con mi regalo en brazos.

- Gracias por ser tan lindo conmigo - Susurre en su oído y besé su mejilla.

Me gane un lindo sonrojo de su parte, lo cual era raro, Natsu era alguien infantil, celoso, un tanto -mucho- posesivo, inteligente, a veces detallista y un poco pervertido. Sólo cuando estábamos solos o cuando nadie nos prestaba atención.

[...]

- Crocus es muy lindo Lucy-san - comentó Juvia.

Estábamos cenando, habíamos llegado hace poco a la mansión después de una larga tarde en la feria donde Gajeel y Natsu terminaron narrados en los carros chocones y en la montaña rusa, Spetto nos había prepara algo de pasta a su estilo, que por cierto queda siempre delicioso.

- Concuerdo con Juvia, deberíamos venir seguido aquí - apoyó Gajeel.
- Son bienvenidos a mi casa siempre - les dije.
- Podríamos venir para vacaciones de invierno - sugirió Gray.
- Suena bien - contesté.

Hablamos un poco más sobre mi niñez de cuando mis padres vivían, me daba cuenta que ellos omitian los años cuando mi abuela comenzó a cuidar de mi o cuando me secuestraron por primera vez, pasábamos preguntas cualquiera y entre risas, bromas, chistes y alguna que otra pequeña pelea entre Gray y Natsu pasó la hora de cenar.

Todos subieron a sus habitaciones menos yo, me quedé, fui al salón principal donde estaba un enorme cuadro de mis padres conmigo, apenas era mi cuarto cumpleaños, quien diría que al año siguiente me despediria de ellos sin querer hacerlo, sonreí ante tantos lindos recuerdos que tenía con ellos, tanto buenos como malos, allí estaba en una esquina de la habitación el jarrón de porcelana china que había roto jugando, recuerdo que lo había pegado pero hacia falta una pieza y escondi ese pequeño orificio dándole vuelta, de tal manera que la parte dañada apuntara hacia atrás.

- ¿Qué haces aquí?
- Natsu... Yo... no podía dormir.

Luego hasta donde estaba yo, vio en la dirección que mis ojos apuntaban y luego me vio otra vez, me guío hasta el digan que había allí y nos sentamos uno frente al otro.

- ¿Porque siento que el haber venido te hace mal? - preguntó.
- No me hace mal, es sólo que... son tanto recuerdos, buenos y malos que...
- Entiendo, puedes decirme lo que quieras, lo sabes ¿Verdad? - preguntó abrazandome a su pecho.

Correspondí a su cálido abrazo, Natsu siempre estaba caliente, no en el sentido de perversidad, literalmente su temperatura siempre estaba algo alta, su cuerpo emanaba una calidez tan reconfortante que por eso adoraba abrazarlo tanto, sólo para sentir su tibio calor corporal.

- Lo se, gracias por ser así.
- ¿Así como?
- Comprensivo admito que al inicio no en fiaba de ti - reí.
- Me ofende tu comentario Luce - dijo serio pero sabía que era en broma.
- Lo siento - reí más.

Me gustaba compartir estos momentos con él, podíamos reír entre nosotros, contar nuestras inquietudes y problemas, me separé de Natsu despacio y besé sus labios tiernamente, me correspondió al momento de sentir el tacto de mi boca sobre la suya, Natsu besaba de una manera única, calentaba desde dentro mi cuerpo y hacía que me perdiera en un mar de emociones, pero esta vez, está vez era distinto, no sentó a las clásicas mariposas en el estómago.

Sentía fuego en mi vientre, un delicioso infierno creciendo allí, sacando jadeos y suspiros de placer por la deliciosa y exquisita forma en como Natsu devoraba mi boca sin pudor alguno, se separó de lentamente de mi quedando a dándolo unos centímetros de distancia.

- Luce pídeme que me detenga... hazlo mientras aún en queda cordura - jadeo.

Su cálido aliento golpeaba con mi rostro, sólo me daban ganas de más. Lleve mi mano a su mejilla y la otra a su nuca donde acaricie despacio sus rodados cabellos. Lo había estado pensando desde hacía tiempo, por miedo no llegábamos a más pero creo que es hora de dejar eso atrás, él me había demostrado lo que era el amor, el cariño y la confianza. Lo quería, quería esto más que nada, quería sentirme amada por él, sentirme plena y completa.

- Natsu... - me acerqué a su oído despacio.

Sople suave y mordi el lóbulo de su oreja, jadeo ante mi acción y apretó mi cintura como reflejo.

- Hazme tuya - Susurre lento y lo mas seductora posible.

Accidentalmente Enamorados ; Natsu Dragneel [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora