La pasión de Monsieur Auguste era cocinar. Sólo cedía las ollas y sartenes de su petit restaurant a una persona, su amada Madame Colette. Le dejaba la batuta de la cocina y él pasaba feliz a atender mesas. No escatimaba cumplidos y sugerencias de los platillos a sus comensales, mientras se aseguraba que sus copas siempre tuvieran el mejor vino. Sino se distraía viendo con aire soñador a su amada entre vapores y especias, lograba recomendar postres y tiendillas para visitar en Montmartré. Así era él antes de enviudar. Ahora no se acerca a la cocina, prefiere servir el café.
Autor de foto que acompaña relato: Sebastien Manouri.
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Mis microrelatos - Cabos sueltos
Short StoryEste es una compilación de micro-relatos que inició el 22 de junio de 2020 gracias a un reto iniciado por mis amigos del curso de escritura que tomé en la librería Sophos. Nos propusimos escribir 100 palabras por día. Cada capítulo es único y no tie...