Luego del alocado verano, cuando el ligero bronceado de nuestras pieles se esfuma, las personas locales vuelven de sus cabañas familiares, y los turistas ya casi desaparecen, es el momento justo para disfrutar de esta gran ciudad del Norte. Las calles son doradas, el aire tiene el fresco justo para no dejarte cabecear mientras lees a un maestro literario en la banca de los parques. Los paseos en barco ya no hacen recorridos a cada hora por los canales, y las ardillas se dejan ver mientras cargan sus provisiones de invierno a los huecos de los árboles que las hospedan.
Créditos de foto que acompaña relato: Vint26
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Mis microrelatos - Cabos sueltos
Krótkie OpowiadaniaEste es una compilación de micro-relatos que inició el 22 de junio de 2020 gracias a un reto iniciado por mis amigos del curso de escritura que tomé en la librería Sophos. Nos propusimos escribir 100 palabras por día. Cada capítulo es único y no tie...