Cerrando ciclos

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Se llevó sus pertenencias de a poco para que nadie descubriera sus intenciones. Seguía su rutina excepto al medio día, cuando en vez de comer se la pasaba llamando a supuestos salvadores. Su desesperación aumentaba porque la solución no llegaba. Pasaban los meses y noté que mucha ropa ya no volvía de la "tintorería", reportaba adornos rotos "por accidente" muy seguido, y ordenaba instrucciones sobre cómo mantener la casa a flote si algún día faltaba. Cuando recibió la llamada con esa ansiada oportunidad, cerró la puerta con una amarga resolución y anticipada nostalgia porque supo que no iba a volver.

Mis microrelatos - Cabos sueltosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora