Domingo anhelado

36 4 0
                                    

Se supone que los domingos podemos dormir más, desayunamos en pijama y no hay prisas por ir a ningún lado. Es un día de paz y descanso. O eso era antes de que se mudaran los vecinos. Ahora cada domingo la rutina empieza temprano porque escuchamos una campanilla sonar. Son esas hermanitas traviesas que salen temprano en su bicicleta. La grande pedalea con esfuerzo hacia la panadería ubicada en la colina y la pequeña va sentada en la canasta de enfrente y entre risas toca la campanilla aún en contra de las instrucciones de su madre. La entiendo, ¡imposible resistirse!

Mis microrelatos - Cabos sueltosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora