Los ojos nublados no nos permitían ver el brillo de las estrellas ni las formas graciosas de las nubes. Tampoco veíamos nuestra belleza en el espejo ni la fortaleza que procurábamos transmitirnos entre nosotras. Los niños disfrutaban con inocencia esos días cuando dormían todos juntos en el piso de la sala. Ellos pensaban que estábamos acampando y jugando al escondite. Pero nosotras dos, hermanas y comadres, huíamos de los vampiros que amenazaban con robarnos a nuestros hijos, no para saciar su sed sino por diversión, para hacernos caer sin fuerza y sin vida. Así en la miseria encontramos nuestro valor.
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Tema: encuentro
Ilustración que acompaña relato: créditos de Petra Eriksson
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Mis microrelatos - Cabos sueltos
ContoEste es una compilación de micro-relatos que inició el 22 de junio de 2020 gracias a un reto iniciado por mis amigos del curso de escritura que tomé en la librería Sophos. Nos propusimos escribir 100 palabras por día. Cada capítulo es único y no tie...