Sin temer al desafío

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Los ojos nublados no nos permitían ver el brillo de las estrellas ni las formas graciosas de las nubes. Tampoco veíamos nuestra belleza en el espejo ni la fortaleza que procurábamos transmitirnos entre nosotras. Los niños disfrutaban con inocencia esos días cuando dormían todos juntos en el piso de la sala. Ellos pensaban que estábamos acampando y jugando al escondite. Pero nosotras dos, hermanas y comadres, huíamos de los vampiros que amenazaban con robarnos a nuestros hijos, no para saciar su sed sino por diversión, para hacernos caer sin fuerza y sin vida. Así en la miseria encontramos nuestro valor.

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Tema: encuentro
Ilustración que acompaña relato: créditos de Petra Eriksson

Mis microrelatos - Cabos sueltosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora