Conocí dos formas de empezar mis días. La primera era ridícula. Me sacaban de mis sueños con violencia con un "arriba-arriba que hay que estudiar" mientras mi madre, que se creía comandante de un orfanato, me arrancaba el calor de las frazadas sin piedad y me atragantaba un pan con huevo cuando escuchaba al bus escolar aproximarse. La otra, mi favorita, era despertar a tu lado. Desde la cálida cama, que aún conservaba tu aroma y forma, disfrutaba el espectáculo de verte a medio vestir. Luego, tomar juntos el desayuno era robarle a la vida unos minutos más de felicidad.
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Mis microrelatos - Cabos sueltos
Short StoryEste es una compilación de micro-relatos que inició el 22 de junio de 2020 gracias a un reto iniciado por mis amigos del curso de escritura que tomé en la librería Sophos. Nos propusimos escribir 100 palabras por día. Cada capítulo es único y no tie...