Las sombras

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Al atardecer me mecía feliz en el columpio y saltaba desde lo alto lo más lejos que podía procurando alcanzar los límites de las sombras de los árboles. De repente las sombras cobraron vida y me envolvieron mientras me arrastraban hacia lo profundo de la tierra. Me llevaron a lugares donde ni las raíces de los árboles llegaban. No podía ni gritar ni abrir los ojos por toda la tierra que me inundaba. Cuando sentí el calor de la lava y creí que moriría quemada, pataleé con tanta fuerza que me caí de la cama. Corrí a encender la lámpara.

Mis microrelatos - Cabos sueltosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora