Curioseando a través de la ventana

40 3 1
                                    

Escuchar «no corras ni molestes ni hagas bulla» apagó mi infancia. Mataba el aburrimiento viendo por la ventana a la gente pasar. Me divertía imaginar que les gastaba bromas a todos excepto a la «Seño» de ojos grises y descuidado cabello castaño. Todo el día tejía o pintaba en el jardín de esa elegante casa. No la distraía la calle ajetreada, comía sin compañía y vestía los mismos tres vestidos. Era invisible a su numerosa y alegre familia que parecía sólo recordar su existencia cuando se quejaban que era una carga. Su crimen: no oir. El mío: ser un crío.

Mis microrelatos - Cabos sueltosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora