Escuchar «no corras ni molestes ni hagas bulla» apagó mi infancia. Mataba el aburrimiento viendo por la ventana a la gente pasar. Me divertía imaginar que les gastaba bromas a todos excepto a la «Seño» de ojos grises y descuidado cabello castaño. Todo el día tejía o pintaba en el jardín de esa elegante casa. No la distraía la calle ajetreada, comía sin compañía y vestía los mismos tres vestidos. Era invisible a su numerosa y alegre familia que parecía sólo recordar su existencia cuando se quejaban que era una carga. Su crimen: no oir. El mío: ser un crío.
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Mis microrelatos - Cabos sueltos
ContoEste es una compilación de micro-relatos que inició el 22 de junio de 2020 gracias a un reto iniciado por mis amigos del curso de escritura que tomé en la librería Sophos. Nos propusimos escribir 100 palabras por día. Cada capítulo es único y no tie...