55.5 Punto de vista ¿con pimienta o con sal?

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Como un perro que se oculta de la lluvia, llegue a uno de mis improsados escondites, se que ella está cerca, lo puedo sentir, y creo que está vez me será más difícil huir de ella.

Al entrar en el viejo sótano de una casa abandonada que había limpiando previamente, me senté en un la única silla, y comencé a pensar en como llegué a esta situación. En algún punto sufri una punzada de dolor en el estómago, lo tenía revuelto, por lo que fui a servirme un vaso con agua, pero las dudas no abandonan mi mente, ¿como pude pasar todo esto por alto?

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Cuando éramos jóvenes, Thenerras, Garibaldi, y yo, trajimos la prosperidad a Karris. Después de la gran crisis que sufrió el reino, que derivó en el cambio de la moneda, las cosas fueron... Salvajes.

Caos, tumultos, guerrillas, y un sin fin de problemas azotaban al reino que el día de hoy, es la envidia de todo el continente por su riqueza y prosperidad, pero en ese entonces, los problemas no parecían tener fin y la vida humana no tenía mucho valor.

Fue en ese momento, que un joven y soñador príncipe, se dió a la tarea de terminar las revueltas y devolver la prosperidad al reino con sus propias manos, arrastrando consigo a un joven erudito, y a un aprendiz a caballero.

Esos año, fueron épocas duras, pero al día hoy, no mentiría si dijera que esos fueron los mejores años de mi vida. Contra todo pronóstico, ese dispar grupo que se había reunido, y algunos más que fueron uniendo en el camino, lograron su cometido. Habían devuelto a Karris su antigua gloria.

El tiempo pasó, y Thenerras se convirtió en el Rey, Garibaldi se convirtió en el Arzobispo de la iglesia, y en honor de pagar una vieja deuda, yo me convertí en el inquisidor.

Bajo nuestro cuidado, el reino siguió prosperando, pero, una vieja amargura creció y creció en mi alma, quería viajar, y conocer el mundo. Me había pateado el reino de punta a punta cuando era joven, y deseaba hacer lo mismo con el continente.

Fue por eso que busque un sucesor, alguien que pudiera continuar mi labor como inquisidor poniendo siempre a la gente y al pueblo en primer plano. Busque y busque hasta que finalmente lo encontré. Arthurus era un joven y entusiasta iniciado que se había unido a la legión después de que su ciudad natal haya sufrido una estampida de bestias salvajes.

Su talento se hizo notar al poco tiempo, sumado a su dedicación, y a la convicción de darle caza a todos los monstruos para que nadie más pase por lo mismo que el, fue lo que hizo que me interesara. Sabía que con un poco de trabajo, y con los valores correctos, se convertiría en un gran hombre, y un gran inquisidor.

En ese entonces, el reino pasaba por el mayor auge de toda la historia, Thenerras reinaba con sabiduría, y Garibaldi vigilaba la iglesia y a los sacerdotes como un halcón. Bajo su mirada, nada podría salir mal. He aquí mi primer error.

Fue por eso que cedí mi cargo y me dispuse a comenzar mi viaje, he aquí mi segundo error. Arthurus no estaba listo, eso siempre lo supe, aún era demasiado impulsivo, y al mismo tiempo demasiado cerrado. Obedecía las órdenes sin cuestionar, y no se paraba a ver si el juicio de su superior era el correcto, era una cualidad buena para un soldado o un legionario, pero no para un inquisidor. Un inquisidor siempre debería hacer lo que la moral y su juicio le indique, aunque a veces tenga que cuestionar las órdenes. Lamentablemente, fue una lección que no le pude transmitir.

Al mirar atrás, me doy cuenta que cometí muchos errores, pero mi mayor error de todos, fue nunca comprobar la historia de esa mujer.

Cómo inquisidor siempre estaba viajando, y nunca me importo mucho la nobleza, fue por eso que cuando finalmente note su presencia, esa mujer ya había empezado a hechar raíces y corromperlo todo, solo que de una forma tan eficiente, que ninguno de los 3 nos dimos cuenta.

Intentos InfinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora