64.5 Punto de vista de...

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Por alguna razón que no me terminó de explicar, Leonora comenzó a golpear su cabeza repetidamente contra el muro de piedra.

Justo cuando creo que esta chica ya es incapaz de sorprenderme, viene y vuelve a sorprenderme.

Ese hecho me hizo sonreír, y algo en mi me dijo que ella estaría bien. Hubo una época en la que ella siempre estaba buscando soluciones, cada que se le presentaba un problema, exprimía hasta el límite su cerebro para dar con esa pista que yo nunca vi, esa opción que yo no pude ver, ese camino que yo nunca tomé. En su momento, eso fue lo que realmente la hizo avanzar, esa cabezonería de nunca rendirse, de siempre probar algo distinto.

Sin embargo, eso cambió. Ella dejó de valorar su propia vida, comenzó a dejarse morir cuando no veía una solución evidente, comenzó a postergar sus problemas para la vida siguiente, ese fue el momento en el que se estancó

Leonora finalmente dejó de estampar su cabeza contra el muro de piedra, y le comunicó a Irma que se disponía a salvar a las despreciables personas que se encontraban moribundas en las celdas de nuestro alrededor.

Sin terminar de entender su decisión, camine hasta el bulto tirado a los pies de Irma, me agaché, y miré directamente a los ojos de la escoria a la que Leonora llama de cariño "desecho humano".

"Te odio", le dije al bulto de piel y huesos que se encontraba moribundo en el piso. De ser yo, jamás perdería mi tiempo en algo tan poco fructífero, sin embargo, Leonora es Leonora, y yo soy yo.

Me levanté del piso, y miré a Leonora que se había sentado mientras sujetaba su cabeza.

Ella no puede verme ahora. Concluí.

Así fue al principio, durante más vidas de las que puedo recordar, seguía a Leonora en silencio sin tener la capacidad de comunicarme con ella. Pero cuando ya estaba harta de verla fracasar, y cansada de ser obligada a seguirla, esa mujer se comunicó conmigo, y me dió la capacidad de hacer más cosas.

Ayuda a tu "hermana" me dijo. Soy incapaz de hablar con ella directamente, pero puedo llegar a tí. Te dejo todo el poder que puedo darte sin llamar la atención, así que por favor, confío que entre las dos pueden terminar con esto.

Desde ese día, tuve la capacidad de separarme de Leonora, de ir a otros lugares, de saber que pasaba la mente de otras personas, y de muchas cosas que le hubieran servido, que "nos" hubieran servido, sin embargo. Yo odiaba a esa mujer, casi tanto como odiaba a esta "Leonora".

Irma seguía ocupada en mantener con vida los bultos de carne, y mientras la veía trabajar, me acerqué y le susurré. "Pudimos hacer tantas cosas juntas". De conocer su existencia, Irma y yo pudimos haber llegado muy lejos, sin embargo, ahora que lo pienso mejor, no creo haber sido capaz de ganarme su confianza del mismo modo en que Leonora lo logró.

Giré ligeramente la cabeza, y ella estaba ahí sentada, más preocupada por la posible contusión cerebral que en arrepentirse de su decisión de salvar a esta gente. Eso me hizo pensar que todo estaría normal por aquí por un tiempo, así que decidí moverme.

Sin el menor de los problemas, simplemente abandoné el sótano subterráneo dónde estábamos, y subí una vez más a la mansión, ahí, el inquisidor y sus hombres rebuscaban por los rincones alguna señal de la bruja.

Por unos minutos, solo ví a estos hombres con armadura rebuscar por todos lados, según recuerdo, esa chica de pelo azul les dijo dónde podían encontrar a Leonora. En ése momento, el Inquisidor alzó la vista, y señaló a mi dirección.

"Ahí" gritó, y comenzó a correr en dirección mía.

Como un perro rabioso corrió a toda velocidad, a lo que yo, simplemente me limité a quedarme quieta en el mismo punto. Cuando estaba a un centímetro y parecía que golpearía con todo su peso, él me atravesó como al humo, y continuo corriendo a la entrada secreta de la mansión, como siempre fue su destino.

Intentos InfinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora