60. A todos nos ama la muerte.

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Después de recibir el informe de Irma, y de encargarnos del regalo de Eris, no tardamos mucho en llegar a nuestro nuevo destino. Por el camino no pude evitar pensar en el deplorable estado de Eris.

Ella está fuera de combate, no hay más que decir. Si Johan se fue de su casa y rechazó su apellido cómo pude entender, entonces no creo que ella se recupere pronto o que lo haga alguna vez. Lamentablemente, con el caos causado por la muerte/desaparición de Lady Margoth, y el eventual quiebre de sus compañías, y sin Eris o yo para calmar las aguas me temo que algo muy malo va a pasar. La situación política en el reino ya era tensa en muchos sectores, y creo que esta es la chispa que se necesita para hacerlo explotar.

Suspire, y alce la cabeza. Honestamente, el reino puede irse a la mierda, solo quiero encontrar a Camille, y castigar a la persona que se lo llevó. Es por eso que voy a intentar traer a mi lado a esta persona. Él es alguien a quien no he visto mucho, aunque los problemas que me ha traído no los puedo pasar por alto, pero insisto, por Camille soportaré lo que sea.

El carruaje se detuvo, y terminamos frente a una tienda de té. Esta "tienda" si se le puede llamar de esta manera, era un gran edificio de 3 pisos donde los bohemios se reunían a recitar poesía o discutir sobre literatura. Claro está esto era solo una fachada que el dueño de la misma había creado, ya que en sus salones privados era el mejor lugar para discutir asuntos poco legales. Desde contratar asesinos, hasta falsificación y robo de arte. Este lugar era la entrada al bajo mundo del reino siempre y cuando supieras por quién preguntar.

Al bajar del carruaje le hice una seña con la cabeza a Irma y está solo miro al edificio y asintió con la cabeza.

(Irma) ya está aquí.

(Leonora) ¿viene con alguien peligroso?

(Irma) nada de lo no pueda encargarme.

Asentí por su respuesta y avanzamos al interior del edificio.

Al entrar, vimos como este estaba en su apogeo. El primer piso estaba atestado de gente, muchos sentados en mesas que rodeaban un pequeño escenario que en ese momento estaba vacío, otros más sentados en la barra, y un grupo más reducido alrededor de un piano que estaba colocado en un esquina del lugar. En ese momento, una mujer se me acerca y me da la bienvenida.

(Mesera) bienvenido al trébol de 7 hojas, ¿Mesa para dos?

La mesera nos mira a mi a Irma mientras revisa levemente una lista que llevaba con ella.

(Leonora) la barra está bien para mí.

La mujer asiente mientras hace una pequeña marca en su lista y vuelve a preguntar.

(Mesera) ¿desea subir al escenario a recitar su poesía o solo viene a escuchar? Aún nos quedan un par de lugares.

(Leonora) solo vine a escuchar.

La mujer vuelve a sentir, y hace una marca más en su lista, para alejarse y darme paso al interior del edificio.

Volteó a ver al escenario y veo como el personal del lugar lo está preparando para que la gente empiece a subir para recitar sus poemas. Ignoro el escenario pero veo la multitud hoy reunida. Hay una extraña cantidad de hombres bastante fornidos, y con armadura que se alcanzan a ver debajo de sus ropas. Suspiro y comienzo a darme prisa, por lo que empiezo a caminar en dirección al viejo piano.

En una esquina, casi como si estuviera oculto del resto del edificio. Se encontraba un hombre tocando el piano. La acústica era mala, y el piano apenas se alcanzaba a escuchar si estaba demasiado lejos. Únicamente podías  apreciar el sonido si te sentabas en las mesas aledañas. Ignorando todo esto, me acerco a él. Colocó una moneda en su frasco de propinas, y me quedo de pie un momento mientras lo escucho tocar.

Intentos InfinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora