34: osleya

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OSCURIDAD, eso era lo único que Amethyst veía y sentía, y luego

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OSCURIDAD, eso era lo único que Amethyst veía y sentía, y luego...luego fufe mucho peor, luego empezaron los gritos, escuchó unos horribles chillido  y gritos, pudo identificar muchos como de niños pequeños, bebés, o de ancianos y mujeres. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue una figura, trato de ver a los lados pero no había nada mas que oscuridad y niebla, parecía estar en medio del vacío ella y la figura.

—Osleya, te han esperado.—dijo el hombre, era muy guapo, tenia una toga y capucha negra, dr veía majestuoso y hermoso.

—¿Quién eres?—ella preguntó desconfiada

—Soy Samael, guardian de Edom.—él se presentó dando una pequeña reverencia.

Samuel, no tengo mucho tiempo, ¿Dónde esta Lilith?—ella dijo sin rodeos, lo único en que pensaba era que había abandonado el cadaver de Damian y a los teen titans, no quería volver sin Lilith y viendo a todo el equipo muerto.

—Vienes a liberar a tu madre como esta escrito—él asintió, comprendiendo—. Pero debo advertirte Osleya, una vez entres por esta puerta, no habrá vuelta atrás, liberas a Lilith o mueres.

—Sin presión—ella dijo con sarcasmo y simplesa, inspiró profundamente viendo unas puertas doble de hierro frente a ella—. Abre la puerta, Samuel.

Samael asintió cortésmente tomando el pomo de la puerta girándolo y abriéndola, haciendo pasar a la chica primero.

Cuando entró se dio cuenta que era muy, pero muy helado, se abrazo a si misma y de su respiración salía vaho, habían jaulas mas pequeñas colgados del techo en la cual habían chillidos y gruñidos, monstruos deformes, de voces fuertes y de voces dulces. Sin embargo al final estaba esa jaula que había visto en sus visiones y pesadillas, la jaula donde se encontraba una figura sentada tranquilamente.

—Debo advertirte, hija de Lilith, el camino es difícil, esta lleno de tus pecados—Samel la advirtió con precaución, el camino lleno de sangre se presentó ante la adolescente, un camino de sangre negra.

Amethyst comenzó a caminar y fueron sin duda los peores diez metros que caminó de su vida. En cuanto dio un paso, haciendo una fila hasta la jaula aparecieron un montón de personas que todos no dejaban de verla, Amethyst reconoció alguno a otros no; hombres y mujeres, todas las personas que Amethyst había matado a lo largo de su vida. Dos filas que bordeaban el camino a la jaula de Lilith. Lo único que se escuchaba eran su pasos en un sepulcral silencio, por cada paso que daba sentía la murete de alguien, por cada segundo, sentía una espada a traveserle la garganta, una bala en el corazón, un cuchillo en el ojo, el rompimiento del cuello, sentir que la partían en dos, que la llenaban de balas, que le clavaban una espada una y otra vez, todos los ojos de esas personas sin pestañear sobre ella. Sintió el miedo de las personas, vio sus propios ojos azules antes de asesinarlos ,a veces negros cuando usaba sus poderes, sintió el miedo, el terror y desesperación, el corazón acelerarse cuando sabia que sentías la muerte. Pero no solo eran las personas que había matado, eran las personas que había herido, los familiares de los muertos, su pesar, su dolor y de entre ellos, estaba el dolor de Terra, el dolor de ser la segunda en todo, el dolor de ver a quien mas amaba amar a alguien mas, que el tuviera cuidado con Amethyst, que la tratara como su propia sangre, y Terra que hacia todo por él sin cuestionarlo la trataba diferente. Y Amethyst se burlaba de su dolor. Era un camino lleno de sus pecados.

AMETHYST |damian wayne|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora