Capítulo 41

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- ¡Dobby es un elfo libre! - dije saliendo del hotel con mis valijas.

- ¿Puedo secuestrar a Dobby entonces? - Michael preguntó apoyado en el auto con los brazos cruzados y una sonrisa.

- Depende. ¿Alguien irá a pagar rescate por mí? - me acerqué a él.

- Yo lo haría, amor.

- Pero si vos me vas a secuestrar, bobo - reí.

- Se me está pegando la estupidez de Dan. Perdón - acopló su risa con la mía.

- Hola Bonito - lo abracé.

- Buen día, Lía - se escondió en mi cuello y depositó un beso allí.

Pasaron varios minutos en que nos encontramos en la misma pose, fundidos en un abrazo.

- ¿Vamos? No querrás que perdamos el avión - comentó acomodando un mechón rebelde detrás de mi oreja.

- ¿Por?

- Ya lo vas a descubrir - besó mi frente y se separó para abrirme la puerta del auto.

- Te tengo miedo, Italiano - me acomodé en el asiento.

- ¿Confías en mi? - preguntó mientras se sentaba detrás del volante.

Giré mi cuerpo para mirarlo antes de responderle con una sonrisa.

- Con mi vida entera.

Tomó mi cara y besó mis labios. Arrancó el motor y manejó hasta el aeropuerto mientras yo ponía música desde mi celular y cantábamos a todo pulmón.

Dejamos el auto en el local donde lo habían alquilado y nos dirigimos empujando el carrito con nuestras valijas hasta la terminal donde íbamos a esperar el vuelo. Miré las pantallas para ver a que hora salía el avión, pero no encontré ninguno hacia Mónaco.

- Michael, ¿a que hora volamos?

- Dentro de 30 minutos. Llegamos bien con el tiempo. ¿Por?

- Porque no lo encuentro.

- Ahí está - señaló en el televisor - Fíjate bien.

Miré la hora, le sumé el tiempo que él había dicho y me daba...

- El único que sale dentro de media hora es... - abrí los ojos y lo miré - ...a París.

- Sorpresa - me sonrió dulcemente.

Una milésima de segundo después, estaba prendida a su cuerpo como un koala.

- Gracias, gracias, ¡gracias! - besé su mejilla varias veces.

- De nada amor mío - me abrazó mejor - Sé que es tu ciudad favorita y hace mucho que no vas.

- ¿Cómo...? - lo miré.

- Tuve una pequeña ayuda - se encogió de hombros.

Y mi mente sólo pensó en Charles. Él sabía que amaba París y que tenía ganas de volver, pero con el tema de la pandemia y el calendario de las carreras estaba bastante complicado.

- Originalmente era tu regalo de cumple, pero bueno, pasaron cosas y recién ahora logré que aprobaran todos los permisos correspondientes para poder venir.

- No tenes una idea de lo mucho que te quiero, Michael Italiano - coloqué mis manos en su nuca y atraje su cara para besarlo.

Fue momento de separarnos cuando escuchamos que teníamos que abordar el avión, asique tomamos nuestras cosas y nos dirigimos hacia el mismo.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora