Capítulo 10

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El martes estuve bastante ocupada acomodando horarios y planillas para el segundo fin de semana de pruebas de los monoplaza. Me gustaba ser ordenada con el trabajo, además de que requería que lo fuera ya que dependíamos de muchos factores como sponsors, fans y notas periodísticas y teníamos que cumplir con todo.

Pero eso no me quitaba tiempo para hablar con Michael y habíamos quedado en salir el miércoles para ir a la playa. Chico aussie, requería de su dosis de arena y mar.

Puse mi mochila al hombro con las cosas listas y bajé a esperarlo. Sólo estuve distraída con el celular unos pocos minutos ya que cuando el reloj anunciaba las 10:30 apareció por el estacionamiento y salí a buscarlo. Me gustaba su puntualidad.

- Buenos días - dijo cuando llegué a su lado y abrió los brazos.

- Hola Michael - me hundí en su pecho, donde me perdí gracias a su perfume.

- ¿Lista para ir a la playa? - preguntó mientras se separaba para mirarme.

- Así es - contesté - Espero llevar todo.

- ¿Sólo una mochila?

- Creo que es suficiente - encogí mis hombros.

- Es raro ver a una mujer con pocas cosas - contestó riendo.

- Venimos de todas formas, tipo y tamaños - lo imité mientras subía al auto.

Minutos después estábamos camino hacia las Playas de Sitges. Según Michael, estaba ubicada en el vecino pueblo de Sitges, a unos 20 minutos en auto desde el centro de Barcelona. Era un pueblo cien por cien mediterráneo, de calles empinadas y casas blancas donde sus playas urbanas disponían de todo tipo de equipamientos, tanto para hacer deporte, como buenos restaurantes, glamurosos paradores y por sobre todo tenía un buen ambiente.

- Gracias señor guía turístico - le dije mientras reíamos.

- Es que busqué un lugar alejado, donde podamos estar tranquilos.

- Me gusta la idea. Descansar un poco de la gente.

Asintió con la vista en la ruta y levanté el volumen de la radio. Al cabo de un tiempo, llegamos a la playa. Estacionó cerca de la arena y bajamos las cosas. Caminamos hasta encontrar un bonito lugar. Luego de un rato, habíamos armado un mini campamento entre una sombrilla, reposeras, toallas y una heladerita con bebidas frescas.

Me tiré sobre el asiento para descansar y cuando volví mi vista hacia Michael, se estaba sacando la remera. ¡Que imágen! Mi cara debió haber sido un poema porque escuché su risa y salí de mi trance.

- ¿Estás bien?

- Eh. Si - alcancé a responder - Me encandilé un poco por el sol.

Y por el sol, claramente me refería a él.

- ¿Querés que vaya a buscar algo para comer? - señaló un puesto de comida.

- Bueno, cualquier cosa para mí está bien. Menos que tenga que ver con pescado - hice cara de asco y el rió.

- Perfecto. Ya vengo.

Lo observé alejarse hasta el local y algo me llamó la atención: su tatuaje en el lado izquierdo de sus costillas. Era una especie de pájaro/paloma, y bastante llamativo.
Cuando salí de mi momento de estudiarlo, también descubrí que varias chicas lo miraban y cuchicheaban entre ellas. Con semejante imágen de Adonis como para no admirarlo.

Si.

Es el efecto que causaba Michael Italiano entre la platea femenina.

Luego de unos 15 minutos, volvió a mi lado con dos cajas en sus manos.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora