Capítulo 17

1.4K 79 9
                                        

La agenda de Ferrari nos indicaba que teníamos que estar en Melbourne el sábado 7 de marzo para aclimatarnos con el jet lag. Todos sabíamos lo que eso nos costaba.

La temporada 2020 estaba a la vuelta de la esquina y me emocionaba poder empezar el año automovilístico, a viajar y conocer nuevos lugares. Pero también estaba muy contenta porque iba a ver a Michael. Luego de su vuelo, estuvimos en contacto casi todo el tiempo que pudimos, esta vez no había tanta diferencia horaria como la que tuvimos en el verano, asique nos hacíamos un poco más de compañía. Entre una cosa y otra, los días se pasaron rápido y ya estábamos a horas de reencontrarnos. Realmente extrañaba sus abrazos. Y a él.

Habían contratado un vuelo privado sólo para gente del equipo, por lo que viajábamos todos juntos. Y me sorprendí cuando vi a Charles aparecer junto a Charlotte ya que no tenía idea que ella nos iba a acompañar a ésta carrera. Se ubicaron a dos filas de distancia, asique tenía que soportar que las 15 horas del viaje que estuvieran cerca mío. Coloqué mis auriculares y le dí play a la lista que había hecho para escuchar en estos momentos previo al despegue. Justo que iba a poner el celular en modo avión, llegó un mensaje de voz de Michael.

"¡Hola Bonita! Espero no haber llegado tarde y que puedas escuchar el audio antes de que empiece el vuelo. Vas a cerrar los ojos y a respirar conmigo..."

Oírlo me trajo mucha paz. Fui siguiendo su instructivo de relajación y cuando me dí cuenta, ya estábamos en el aire. De repente, sentí que alguien ocupaba el asiento que estaba a mi lado.

- ¿Estás bien? - preguntaron.

- Si, si. Estoy muy bien - le respondí a Charles mirándolo.

- Perdón por no haber venido antes pero es que...

- No hace falta que me expliques - negué con mi cabeza - Te entiendo.

- Sos la mejor - dijo mientras me agarraba la mano.

- Volvé - apreté nuestra unión y lo solté - Voy a terminar ojeada si ella me sigue mirando así.

Charles asintió y se levantó para ir a su lugar. Miré por la ventanilla y suspiré. Me tenía que acostumbrar a esta nueva situación.

----------

Entre música, libros, películas, el tiempo pasó y cuando nos dimos cuenta, ya estábamos por bajar del avión en tierra aussie. Nos llevaron a todos al hotel donde nos íbamos a quedar durante nuestra estadía en Melbourne. Una vez instalada en la habitación, busqué rápido el celular en la mochila y llamé a mi australiano favorito.

- ¡Hola linda! ¿Cómo estás? ¿Ya llegaste? - preguntó rápido.

- Hola vos - sonreí - Si señor Italiano, ya estoy en el hotel ¿Y vos cuándo llegas?

- Ya estoy acá, desde ésta mañana.

- ¿Con o sin Dan?

- Con. Es mi abrojo y no me lo puedo despegar - ambos reímos - ¿Tenés planes para dentro de un rato?

- No. Tenemos dos días libres y ya después nos dedicamos a la semana de carrera.

- Te invito a cenar entonces.

- Dale. ¿Me das tiempo a que me cambie?

- El que necesites, Bonita. Avisame y voy a buscarte.

- Perfecto Michael. Nos vemos enseguida.

Ambos cortamos la llamada y corrí al baño a asearme, necesitaba despabilarme del viaje. Le mandé un mensaje a Italiano con toda la información y me terminé de cambiar. Al rato avisó que ya estaba abajo esperándome y se me hizo un nudo en el estómago. La realidad de verlo estaba a unos pocos minutos ¿Cómo nos íbamos a saludar? Si la última vez que nos vimos, nos habíamos besado. Sacudí mi cabeza tratando de eliminar toda teoría loca posible y fui al ascensor para bajar hasta la entrada.

Salí por las puertas del hotel y Michael estaba sentado en una banca. Apenas me vio, se puso de pie con una sonrisa y se acercó con los brazos abiertos. Me uní a él y me perdí en su pecho.

- Hablar por mensaje acorta distancias, pero nada mejor que un abrazo. Extrañaba esto - susurró sobre mi coronilla - Y a vos.

- También yo - comenté - Hola.

Nos miramos y sonreímos mientras él apoyaba su frente con la mía. Nos estábamos acercando lentamente cuando la explosión del caño de escape de un auto que pasaba nos asustó.

- ¿Será que siempre nos van a interrumpir? - dijo mientras me agarraba la mano.

- Ya tendremos nuestro tiempo - contesté entrelazando nuestros dedos.

- Vamos a comer por acá cerca. Espero que no te moleste caminar.

- Para nada - negué - Mejor, así estiro las piernas después del vuelo.

- ¿Cómo te fue?

- Muy bien, gracias a vos - lo miré sonriendo - Deberías grabar más audios de relajación para ayudar a la gente.

- Me gusta tu idea. Voy a pensarlo...

Caminamos de la mano unas cuadras, hablando de tonteras mientras mirábamos las vidrieras de los locales. Al rato llegamos a un restaurante bastante pintoresco, me encantó apenas lo vi. Entramos y nos ubicaron en una mesa.

Pasar el tiempo junto a Michael era realmente hermoso, podíamos charlar de cualquier cosa, nos divertíamos mucho, teníamos química y también coqueteábamos bastante. A esta altura ya podía decir que este hombre me gustaba. Y mucho.

- Decime que por acá hay una heladería - le dije mientras salíamos del local - Tengo ganas de postre.

- Un helado no se le niega a nadie. A ver. Vamos a chequear a don mapa - sacó el celular y frunció el ceño.

- ¿Está todo bien? - pregunté mirándolo.

- Eh, si, claro - respondió no muy convencido - Emmm a ver, heladería... Si. En la otra cuadra hay una.

- Vamos.

Caminamos nuevamente de la mano hacia el local, donde hicimos nuestro pedido y luego nos sentamos a disfrutarlo en una mesa que estaba ubicada en la vereda del lugar.

- ¿Cuando fue que se nubló? - cuestioné mirando hacia arriba.

- No lo sé. Pero en cualquier momento llueve - respondió Michael observando el cielo - Terminemos esto y nos vamos.

Asentí y respiré el olor a ozono. Eso significaba que la lluvia estaba cerca.

Ambos íbamos abrazados camino a mi hotel cuando escuchamos un trueno y algunas gotas empezaron a caer sobre nosotros. El entrenador hizo el amague de correr pero yo me frené haciendo que él también se detuviera.

- ¿Alguna vez caminaste bajo la lluvia? - lo miré.

- Hace bastante que no lo hago - respondió con una sonrisa triste.

- Entonces, disfrutemos éste momento - dije.

De repente se largó un chaparrón de esos de verano. Por suerte la temperatura era agradable, gracias al clima australiano. Michael se acercó mientras acomodaba un mechón rebelde de pelo detrás de mi oreja. Él me abrazó colocando sus manos en mi espalda y yo puse mis manos en su cuello.

- Ay Bonita, ¿qué estas haciendo conmigo? - susurró con su frente pegada a la mía y me besó.

Fue un beso hermoso, inocente pero intenso. Ambos nos separamos con una sonrisa boba en nuestras caras.

Mientras todos a nuestro alrededor corrían para refugiarse de la lluvia, nosotros íbamos caminando abrazados tranquilamente, como le pedí a Michael, disfrutando del momento.

Al llegar a la puerta del hotel, nos enfrentamos. La lluvia ya había parado un poco.

- Gracias por lo de ésta noche - lo miré.

- A vos, por compartirla conmigo - me sonrió.

Esta vez fui yo quién acortó la distancia que había entre nosotros para poder besarnos.

- Nos vemos mañana.

Michael me robó un último beso y lo observé alejarse. Minutos después ya me encontraba en mi habitación secándome el pelo, con el pijama puesto y una sonrisa boba.

Si. La sonrisa en mi cara tenía dueño e iba a ser muy difícil de borrar en mucho, mucho tiempo.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora