Capítulo 26

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Entramos a mi departamento y cerré la puerta con llave. Giré y me apoyé en la madera. Michael caminó hasta el centro de la sala y me miró. Seguí sus movimientos mientras aguantaba la respiración. La poca iluminación del lugar nos dejaba un espectáculo de luces y sombras, testigos de nuestro pequeño momento.

Se acercó hasta mí y me besó. De inmediato coloqué mis manos en su cuello y él me abrazó por la espalda baja. Sentí como me acariciaba mientras me acorralaba contra la pared. De repente sus manos fueron hasta mis glúteos y los apretó suavemente al mismo tiempo que yo gemía sobre sus labios. 

- ¿Vamos a un lugar más cómodo? - susurré. 

- ¿Segura? - apenas se separó para mirarme sospechando sobre lo que quería decirle.

- Muy - contesté sin dudarlo mirándolo a los ojos.

Me sonrió dulcemente y tomé su mano para guiarlo hasta mi habitación. Apenas entramos, Michael acarició mis brazos y me hizo girar hasta quedar frente a él. Nuestros ojos decían algo más. Acomodó mi cabello detrás de la oreja y dejó su mano sobre mi mejilla. Ladeé mi cabeza para dejar un beso en su palma y suspiró.

Nuevamente se acercó para besarme y comencé a caminar de espaldas hasta chocar con el borde de la cama. Ambos caímos suavemente sobre ella sin dejar de acariciarnos. Suspiré mientras Michael se acomodaba sobre mí, aunque recargó la mayoría de su peso en sus brazos, haciendo que sus músculos se marquen y se tensen un poco más.

Deslicé mis manos por sus hombros y mis dedos fueron desde el primero de los botones de su camisa al mismo tiempo que recorría su torso desnudo hasta llegar al último y así poder retirársela para que terminara de adorno en el piso.  

Michael volvió a capturar mis labios mientras sus manos recorrían mis muslos descubiertos, ya que mi vestido se había levantado. Sus caricias fueron subiendo hasta llegar a mis pechos a su vez que atacaba mi cuello con besos. La temperatura de la habitación había empezado a subir y la ropa ya nos estaba incomodando bastante. Rodeé su cadera con mis piernas y sentí su bulto contra mi zona. Aproveché para acariciar todo su cuerpo y de un momento a otro, giramos y quedé sentada sobre él. 

Sus manos fueron hasta mi espalda y con mucho cuidado desprendió el cierre del vestido. Lo deslizó suavemente por mis hombros, dejando mi pecho al descubierto sólo con el sostén. De repente sentí como sus dedos jugaban con el broche en mi espalda y lo desprendió. Tomé las tiras y me lo saqué lentamente mientras lo miraba. Sus besos se concentraron en esa parte de mi anatomía jugando con su lengua y dejando suaves mordidas, se me escapó un gemido y me moví sobre él generando una leve conexión entre nosotros. 

Lo empujé nuevamente sobre el colchón para que se acostara y mis manos fueron hasta el borde de su jean. Italiano me miró sonriendo al mismo tiempo que le acariciaba el bulto de su entrepierna. Mis dedos fueron hasta el botón y lo desprendí, arrastrando consigo también el cierre. Levantó apenas la cadera, dándome lugar para que le retirara el pantalón dejando a la vista un sencillo boxer negro.

Volví a acomodarme a horcadas sobre Michael y comencé a moverme para generar fricción entre nuestros lugares más íntimos. Un gemido ronco escapó de sus labios y sonreí complacida ante aquella reacción. Tomé su ropa interior del elástico y la fui bajando hasta dejarlo completamente desnudo. Miré su cuerpo mordiéndome el labio inferior y él sonrió. Delineé sus abdominales y su bajo vientre hasta llegar a su miembro. Lo tomé con mi mano al mismo tiempo que él suspiraba y cerraba los ojos. Comencé a bombearlo suavemente y me concentré en besarlo y mimarlo lentamente.

Luego de unos minutos en los que estaba muy entretenida en esa zona, sentí chocar mi espalda nuevamente sobre el colchón quedando él encima. 

Me miró y tragó. Observé el movimiento de su nuez y se me escapó un suspiro.

- Mi turno - dijo con voz ronca.

Sólo nos quedaba una prenda entremedio de los dos. Comenzó a tocarme sobre la tela, cada vez más profundo hasta que metió su mano entre mis piernas y dejó una suave caricia con las yemas de sus dedos en mi centro haciéndome gemir. Michael sonrió ante esto y volvió a repetir la acción, tocando un poco más profundo en busca de mi nudo de nervios.

Retiró su mano de allí y tomó el borde de mi ropa interior. Tras buscar mi aprobación con la mirada, la deslizó por mis piernas dejándola de adorno en el piso junto con el resto de la vestimenta de ambos.

El entrenador no se contuvo y recorrió mi cuerpo con su vista.

- Wow realmente soy un hombre con suerte - murmuró.

Sonreí avergonzada y él se acercó a besarme tiernamente. Nos tomamos nuestro tiempo, explorando el cuerpo del otro con mayor libertad y confianza.

Sentí como se estiraba a buscar algo en el bolsillo de su pantalón y a los pocos segundos escuché como rasgaba un papelito y se colocaba la protección.

Lo besé y acaricié sin pudor, hasta sentir como su miembro chocaba contra mi entrada, estimulando un poco la zona antes de comenzar a introducirlo lentamente. Michael se escondió en mi cuello al mismo tiempo que yo lo abrazaba por su triangular espalda y nos empezábamos a mover suavemente en busca del tiempo perfecto que nos llevara a nuestro limite. Rodeé su cintura con mis piernas, dejándole un mayor espacio para sentir su penetración.

La habitación se llenó de gemidos y jadeos que se nos escapaban a ambos, que por más que nos hubiéramos querido callar, no podíamos evitar expresar todo lo que vivíamos en este momento. 

Sentíamos como nuestros cuerpos iban perdiendo el control y simplemente dejamos que todo fluya, entregándonos a la pasión. Michael apoyó su frente contra la mía y ambos nos miramos a los ojos mientras llegábamos juntos al orgasmo.

Me escondí en su cuello para tratar de controlar la respiración y sentí sus brazos alrededor de mi cintura. Se me escapó un quejido cuando salió de mi, dejándome suavemente a su lado.

- ¿Estás bien? - pregunto mirándome.

- Muy bien - contesté con una sonrisa y Michael besó mi frente.

Recorrió mi perfil dejando suaves besos hasta llegar a mi boca, demorando sus labios sobre los míos durante unos minutos. 

- Ya vengo - dijo.

Se levantó de la cama, regalándome una hermosa vista de su cuerpo completamente desnudo y se dirigió hasta el baño. Volvió a los pocos minutos con una toalla para limpiarnos. Mientras él dejaba la prenda a un lado, yo corrí lo que quedaba de la ropa de cama para poder acomodarnos debajo de las sábanas.

Abracé a su torso buscando su calor. Michael me rodeó con sus brazos y besó mi frente para luego acariciar mi espalda suavemente.

- Te quiero, Lía. Y mucho.

- Te quiero mucho más, Bonito.

Ambos sonreímos y nos besamos lentamente. Mi australiano favorito me acomodó sobre su pecho y nos dormimos abrazados.

Definitivamente ésta noche fue perfecta para los dos.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora