Extra IV

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- Aamm, amor...

Levanté la vista de la pantalla de la notebook y miré hacia el lugar donde Michael estaba sentado con el celular en sus manos.

- Decime.

- Voy a ir al departamento de DR ahora.

- ¿Le pasó algo? - cuestioné preocupada.

- No, no. Sólo que llegó mi uniforme de McLaren y tengo que ir a probármelo por si hay que cambiar de talles y eso.

- ¡VOY CON VOS! - grité bajando la tapa de la pc.

- Auch, Bonita - rió tapándose los oídos.

- No me voy a perder esto. No. No - corrí rápido a la habitación en busca de mis zapatillas.

- A que si te llaman de Ferrari no reaccionas así de rápido - comentó apoyado en el marco de la puerta.

- Ni que lo digas. En 3 días tengo que estar en Maranello - respondí buscando mi abrigo - ¡Lista!

- Vamos entonces - tendió su mano y la agarré.

Michael aprovechó para tironear suavemente de nuestra unión y atraparme entre sus brazos. Sonreí y lo abracé por el cuello.

- Estás loca - susurró mientras acariciaba mi nariz con la suya.

- Y te vas a casar con ésta loca - reí - Creo que vos lo estás más.

- Pero, ¿sabés algo? - preguntó mirándome - Las mejores personas lo están.

- Hola sombrerero - acaricié su barba y me robó un beso.

- ¿Vamos?

Asentí y me alejé de él para dejar en condiciones el departamento y poder salir del edificio hacia el de Daniel.

- ¿Manejas vos? - sugerí mientras le mostraba las llaves de mi Alfa Romeo y Michael sonrió.

- Bonita - murmuró abriendo la puerta del auto y aproveché para pegarle rápidamente en su trasero - ¡Lía!

Me acomodé en el asiento tentada mientras el entrenador se subía detrás del volante con sus mejillas teñidas de rojo.

- Vos no sos tan inocente que digamos, Italiano - informé prendiéndome el cinturón y girando para verlo.

- Esto no queda así - dijo con la vista hacia el frente y una sonrisa maliciosa en su cara - Ya me lo voy a cobrar.

Abrí los ojos como platos pero decidí no responderle. Aproveché para mirar la ciudad camino hacia el hogar de Ricciardo. A pesar de los años que llevaba viviendo aquí, Mónaco no dejaba de sorprenderme, era verdaderamente un lugar hermoso.

Luego de varios minutos, llegamos al edificio.

- ¿Al final se cambió de departamento? Aunque es el mismo lugar - cuestioné mirando hacia el complejo.

- Sip. Solo subió un par de pisos. Está bueno, es más grande y cómodo - Michael respondió ubicándose a mi lado - Por suerte me salvé de ayudarlo. La mudanza fue la semana pasada.

- ¿Te salvaste o "te salvaste "...? - levanté una ceja.

- Bueno, puede que la fecha de nuestro vuelo de vuelta hacia acá haya sido a propósito para liberarme de ese acontecimiento - contestó divertido y negué riendo.

Subimos por el ascensor hasta el nuevo hogar de Daniel. Al llegar a la puerta, el piloto australiano nos recibió con su sonrisa característica.

- Pero si es mi pareja favorita - abrió sus brazos y fui hasta él para saludarlo - Hola cuñada.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora