Capítulo 32

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Salí de ducharme y al entrar a la pieza me encontré con la espalda desnuda de Michael. Suspiré y sonreí.

- Gracias al cielo por regalarme semejante imágen - murmuré.

Corrí hasta la cama para tirarmele encima y escuché su carcajada.

- Ouch, Bonita.

- ¿Me dejas morderte?

- No - dijo entre risas.

Por supuesto que no le hice caso y mordisqueé su omóplato. Se acomodó boca abajo dejándome su triangular espalda a mi merced mientras me sentaba sobre sus glúteos.

- Hola, ¿Qué tal? - comenté mientras recorría cada músculo con mis manos.

- ¿Lo estas disfrutando? - preguntó divertido.

- No tenes una idea de cuanto. Y ahora voy a aprovechar mi juego favorito.

Con mi índice fui recorriendo todos los puntos que adornaban su espalda. Había de todas formas y tamaños. Me encantaban.

- Tus lunares, mi constelación favorita.

- Una vez leí una frase, "Quedate con quien te cuente sus lunares, los una y forme una constelación" - se dió vuelta para quedar mirándome y sonrió -  Hoy por fin la pude entender. Y no pienso soltarte, Bonita.

- No quiero que me sueltes - ambos nos miramos embobados.

- Que linda camiseta - dijo mientras metía las manos debajo de ella y me acariciaba la cintura - Me resulta conocida.

Claramente lo era porque es una de las suyas de las que ya me había adueñado.

- Es mi pijama - contesté.

- Ah, ¿si?

- Ajam - asentí.

- Pero, ¿sabes una cosa? - cuestionó agarrándola por el borde.

- ¿Mmmh?

- Queda mejor de adorno en el piso - respondió mientras tironeaba para sacármela.

Reí y levanté mis brazos para que pudiera llevar a cabo su propósito. Jadeó al ver que no tenía nada debajo.

- ¿Te gusta la vista? - enanqué una ceja sonriendo.

- Uuuff.

Sus manos fueron hasta mis pechos y se dedicó a jugar con ellos. Cerré mis ojos mientras me sentaba mejor sobre él. Acaricié su cara y ataqué su cuello con besos.

En un rápido movimiento sentí chocar el colchón contra mi espalda mientras Michael se acomodaba entre mis piernas. Ambos nos miramos a los ojos y sonreímos. Apoyó sus labios en mi frente y los dejó un rato ahí al mismo tiempo que yo tocaba sus brazos con las yemas de mis dedos.

Hizo un camino de besos por toda mi cara recorriendo mis mejillas, nariz y mentón hasta llegar a mi boca donde allí se detuvo unos segundos. Tironeó suavemente de mi labio inferior como pidiendo permiso y ladeé mi cabeza para darle acceso a su lengua. El beso tierno se transformó en fogoso y la temperatura del lugar empezó a aumentar.

Sentí como rozaba su bulto contra mí y se ponía cada vez mas duro. Mis manos fueron hasta sus glúteos donde aproveché para meterlas dentro del boxer y apretarlos.

El entrenador sonrió en el beso al mismo tiempo que nuestras lenguas tenían una lucha entre ellas. Coloqué mis pulgares en el elástico de su ropa interior y fui tironeándolo hasta lograr que ésta termine en algún lado del piso.

- Hay algo más acá que molesta - dijo con voz ronca.

No me dio tiempo a responder ya que sus besos fueron por mi cuello hasta mis pechos donde se dedicó un rato a jugar en mis pezones con su lengua. Un gemido se escapó involuntariamente de mi boca y con una de mis manos tironeé suavemente de su pelo.

Siguió bajando mientras besaba mi cuerpo hasta llegar a mi bajo vientre donde se dedicó a torturarme con su barba en la zona del borde de mi bombacha.

- Tramposo - dije en un susurro y él sonrió.

Pasó sus dedos sobre la tela muy suavemente. Segundos después sentí su lengua en ese mismo lugar y arqueé mi espalda.

Mis manos fueron hasta la única prenda que nos separaba y Michael me detuvo.

- Aún no.

- Oh, por favor - rogué.

- Tranquila, nena - susurró con voz ronca.

La forma en que lo dijo me excitó aún más y volvió a besarme ahí abajo. Nuestros ojos se encontraron y vi como sus pupilas estaban dilatadas, seguramente que las mías estaban igual.

Luego de unos segundos que me parecieron eternos, por fin Michael retiró la tela. Ambos ya estábamos agitados. Apoyó su frente con la mía al mismo tiempo que sentía como se alineaba con mi entrada.

Acarició dulcemente mi mejilla mientras yo abrazaba sus caderas con mis piernas y colocaba mis manos rodeando su cuello.

Entró suavemente en mí y los dos emitimos un suave gemido. Nos quedamos un rato así para que mi cuerpo se acostumbrara al nuevo intruso y comenzamos a movernos.

Se escondió en mi cuello donde sentí que dejaba besos mientras yo arañaba suavemente su espalda. Danzamos al mismo ritmo hasta que en un momento sentí que salía y me quejé. Michael rió.

- Manos y rodillas sobre el colchón - ordenó entre dientes.

Lo miré mordiéndome el labio y le hice caso. Sentí sus manos sobre mis caderas y volvió a entrar en mí de una sola embestida. Logramos armonizarnos al mismo ritmo hasta que ambos llegamos juntos al orgasmo.

Me sentí vacía cuando Italiano se alejó apenas para acostarse en la cama y me arrastró junto a él. Ambos nos miramos y sonreímos al mismo tiempo que intentábamos controlar nuestras respiraciones. Me acomodé sobre su pecho y él dejó un beso en mi frente. 

Nos quedamos unos minutos en silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Sentí como sus brazos me rodeaban fuerte y me apegaba a su cuerpo.

- Bonita...

- ¿Mmmh? - respondí mientras delineaba el tattoo que tenía sobre sus costillas con mis dedos.

- Estuve pensando, siempre decimos que nos gusta lo que tenemos pero... - su silencio me pareció eterno y lo miré preocupada - ¿Qué tal si le ponemos oficialmente un título?

Mi corazón empezó a latir rápido.

- ¿Querés ser mi novia?

Una sonrisa enorme apareció en mi cara y Michael me imitó.

- Si, si quiero ser tu novia. Quiero presumir libremente del hermoso hombre que tengo a mi lado.

Sus mejillas se tiñeron de rojo y se escondió en mi cuello, donde me regaló un beso.

- ¿También nos vamos a mostrar en el paddock? - su voz sonó amortiguada por donde estaba apoyado.

- Si vos estás de acuerdo...

- Claro que si, pero no quiero que te afecte en el trabajo.

- Eso no va a pasar. Hablar, van a hablar siempre. Pero mientras estemos juntos, no tiene porque importarnos lo que dirán los demás.

- Tenes razón - me abrazó más fuerte.

- Tampoco es que va a cambiar mucho a lo que venimos viviendo hasta ahora - reí - Nos vemos poco en los circuitos.

- Pero ahora voy a poder besarte y abrazarte en el medio de la pista.

- El protocolo, Italiano. Nos van a retar - escuché su carcajada y me miró.

- Te quiero tanto, Lía.

- Te quiero, mi hermoso novio.

Su sonrisa fue enorme al oír mis palabras.

- Esto merece un festejo, ¿no? - dijo mientras se colocaba otra vez sobre mi, apoyado en sus antebrazos.

- ¿Alguna idea de como? - pregunté mientras levantaba mis caderas buscándolo.

- Mmmmh, creo que se me ocurrió algo - contestó antes de besarme.

Segundo round, aquí vamos.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora