Me encontraba sentada en el avión, con la mirada perdida en la ventanilla. Aún no despegábamos hacia Mónaco. El cielo se encontraba con amenaza de una fuerte tormenta. Quién me conoce, sabe que le tengo mucha fobia a volar. Aunque se supone que ya tendría que estar acostumbrada con tantos viajes, pero no. Aún me costaba mucho adaptarme a este medio de transporte. Cerré mis ojos y traté de concentrarme en la respiración para poder tranquilizarme. De repente se escuchó un revuelo a lo lejos.
- No cierren la puerta. No cierren la puerta - gritaban desde la manga - ¡Ya casi estamos!
Y miré para donde venían los gritos algo divertida para ver si podía descubrir que pasaba. Segundos después aparecieron Dan y Michael agitados. Habían llegado corriendo porque casi perdían el vuelo. Luego de unos minutos mientras la tripulante de cabina los ayudaba, volví mi vista hacia afuera.
-¿Lía? - escuché la voz de Dan a mi lado - Michael, mirá quien está acá. Mi futura cuñada.
- Mierda Daniel, ¿podes bajar la voz? - susurré enojada.
- Perdón, perdón - dijo bajito - No sabía que te volvías hoy.
- Cambio de último minuto. Al final no me necesitaban en Italia.
- ¿Te encuentras bien? - escuché la voz de Michael preocupado.
- No - negué.
La tripulante se acercó hacia ellos y casi que los empujó por el pasillo para se sentaran en sus respectivos lugares ya que el avión estaba a punto de despegar.
Comencé nuevamente con mi proceso de relajación mientras escuchaba como los motores se ponían en marcha.
- Disculpe, pero ¿puedo cambiarle el lugar? - hablaron a mi lado y mi compañero de asiento se levantó.
Segundos después escuché el ruido de la traba del cinturón de seguridad y sentí que me tocaban el brazo. Rápidamente miré quien era y me encontré con Michael preocupado.
- Me vas a mirar a los ojos y vas a respirar al mismo tiempo que yo, ¿si? - dijo y yo asentí.
De repente, sentí que me agarraba la mano y comenzó a guiarme a través de un proceso de relajación para distraerme y tranquilizarme. Cuando me di cuenta, ya estábamos en el aire y la tormenta no se sentía tan fuerte.
- Gracias - susurré y relajó su semblante.
- No es problema - respondió bajito - ¿Estás mejor?
Acarició mi mano con su pulgar y entrelacé nuestros dedos. Ambos sonreímos ante eso.
- Mucho mejor - contesté.
- ¿Me vas a contar que te pasó?
- Me pongo muy nerviosa en todos los vuelos, pero la mayoría de las veces puedo relajarme. Hoy me compliqué con el tema de la tormenta. Estaba bastante fea.
- Si. Por eso nos demoramos para tomar el avión. Teníamos mucho trafico para llegar al aeropuerto.
- Fue gracioso escucharlos gritar - dije burlona - Y creo que a la señorita no le gustó mucho...
- Daniel siempre siendo una Drama Queen - respondió y ambos reímos.
Para el resto de viaje decidimos ver una película de las que había disponible en el servicio. No sé en que momento me dormí apoyada en el hombro de Michael.
- Bonita, despertá - sentí sus labios en mi frente.
- Me haces cosquillas - dije entredormida.
- Es que tengo la barba larga.
- Ni se te ocurra afeitarte - escuché su risa - Me gusta como te queda así.
Me alejé apenas para mirarlo y sus ojos chocaron con los míos. Levanté mi mano izquierda para acariciar su mejilla y escuché su suspiro.
- Señores, ya pueden descender - nos informó la tripulante de cabina.
- ¿Habrá algún momento en que no nos interrumpan? - preguntó besándome la frente y me tenté.
- Espero que si - apreté su mano que aún seguía entrelazada con la mía.
Tuvimos que separarnos para agarrar nuestras cosas y nos encontramos con la mirada burlona de Dan. Sostenía su celular lo que nos hizo sospechar de que nos había sacado una foto.
- Es que se ven tan liiiiiiiiiiindos juntos - dijo chillonamente y ambos nos pusimos colorados.
- Ay, ya cállate.
Salimos del avión y nos encontramos con un Mónaco soleado. Extrañaba este lugar.
- Mañana podemos cenar si quieren todos juntos - cuestionó Dan - Estás invitada Lía. Habilitamos la terraza del edificio y hacemos unas hamburguesas.
- Hacemos dice... - respondió Michael revoleando los ojos.
- Perdón señor chef - Ricciardo sacó la lengua.
- ¿Cocinero también? - miré al entrenador.
- Bueno, en realidad lo intento...
- ¡El mejor de todos! - los chicos hablaron al mismo tiempo y reímos.
Otro punto más a favor de Italiano.
- ¿Venís? - preguntó mirándome.
- Bueno...
- ¡Claro que viene! - informó Dan - Al menos que tengas otros planes...
- Mañana estoy libre - informé.
- ¡Perfecto! - dijo el piloto.
Habíamos llegado al estacionamiento donde estaba guardado el auto de Ricciardo.
- ¿Te acercamos? - preguntó Michael.
- No, porque se tienen que desviar mucho - respondí.
- Ya le he dicho que no es problema llevarla hasta su departamento - gritó Dan mientras guardaba las valijas en el baúl.
- La próxima si - contesté y levanté mi mano para saludarlo.
Michael se paró frente a mi y me abrazó.
- Gracias de nuevo - dije aplastada en su pecho y aspiré su perfume.
- No hay de que. Siempre que pueda ayudarte, lo voy a hacer - respondió - Nos vemos mañana.
- ¿Me vas a escribir? - cuestioné con un puchero.
- No te vas a liberar fácilmente de mi - susurró y me dió un beso en el cachete.
Daniel hizo sonar la bocina del auto y ambos reímos.
- Si no fuese porque es uno de los mejores pilotos que hay, ya lo estaría asesinando.
- Y yo me quedo sin trabajo - respondió mientras se subía al auto.
Segundos después, vi como Michael le pegaba en el brazo a Dan y me tenté. Al pasar a mi lado, los dos me saludaron y salieron del lugar. Tomé un taxi y al rato entré a mi departamento. Mi celular vibró con el anuncio de un mensaje. El piloto australiano nos había sacado una foto en el estacionamiento mientras estábamos abrazados y era muy tierna. Le contesté agradeciéndole y me quedé despatarrada en el sillón mientras miraba el atardecer por la ventana.
Sólo pensaba en que la persona con la que me gustaría compartir este momento estaba a pocos kilómetros de distancia.
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No me sueltes
FanfictionSoy Lía y tengo... No, tachen eso. Puedo hacerlo mejor. Me llamo Lía, y tengo muchas cosas para decir. Al principio no sabía que pensar, pero luego, lo que empezó como un simple coqueteo terminó siendo algo más. Se ganó mi corazón, se ganó mi amor y...