Capítulo 9

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El primer fin de semana de pruebas en Barcelona había terminado. Se pudieron recoger buenos datos para ambos autos y cumplimos con todas las labores de sponsors y prensa. Éste trabajo implica estar 100% concentrados y funcionar correctamente tanto física como mentalmente ya que es muy agotador en ambos aspectos, pero la satisfacción de sacar un gran finde valía mucho la pena. Todos en el equipo estaban contentos y se notaba en el ambiente.

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El lunes por la mañana desperté con un mensaje en mi celular. ¿El destinatario? Cierto entrenador australiano.

"Muy buenos días señorita. ¿Cómo estás? Espero no haberte despertado y que hayas podido descansar lo suficiente. Me gustaría invitarte a desayunar, si es que aún no has hecho otros planes"

Una sonrisa boba apareció en mi cara y tecleé rápidamente.

"¿Desayuno con vos? ¿Acaso aún estoy soñando? Pues, claro que acepto. ¿Cuánto tiempo tengo para prepararme?"

Su respuesta llegó a los pocos segundos.

"El tiempo que necesites. No hay apuro. Solo decime por que hotel tengo que pasar a buscarte"

Miré la hora y calculé cuanto iba a tardar en arreglarme.

"Dentro de 45 minutos estoy lista. Ahora te paso la dirección."

"¡Perfecto! Nos vemos en un rato"

Alcancé a leer su mensaje y le mandé mi ubicación. Acto seguido me levanté de la cama de un salto y algunos nervios se hicieron presentes. Antes de empezar a hacerme la cabeza, me metí a bañar mientras pensaba que iba a vestir. Quería lucir linda y simple a la vez. Opté por un vestido floreado suelto y unas zapatillas blancas que eran muy cómodas. Fiel a mi estilo, prefiero siempre la comodidad y sencillez. Me maquillé apenas con rimel, un labial nude y me hice una cola de caballo alta. No me gusta mucho pintarme y peinarme salvo que una fiesta formal lo requiera.

Cuando agarré mi cartera para colocar las cosas que iba a necesitar, mi celular sonó anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Lo agarré y entré al WhatsApp.

"Ya estoy en el lobby"

"Bajando

Respondí y salí de mi habitación.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, lo ví. Estaba de espaldas, mirando por el ventanal, con las manos en los bolsillos de su pantalón. Sólo vestía una remera blanca (que, un gran dato, le marcaban los músculos de su torso), unas bermudas oscuras y unas zapatillas blancas. Apenas escuchó el sonido de la campanita se dió vuelta y me miró sonriendo.

- Hola - susurré mientras me acercaba a él.

- Wow - alcanzó a decir y me abrazó. Esto ya se nos estaba haciendo costumbre - Estás muy linda.

- Gracias - contesté sonrojada - Vos también.

- ¿Vamos? - me indicó la puerta para salir colocando una mano en mi espalda baja para guiarme.

Ambos cruzamos por el umbral y caminamos hacia el estacionamiento donde se encontraba un auto amarillo.

- Espero que no te moleste ir en un Renault - dijo mientras destrababa el auto y me abría la puerta - Debés estar acostumbrada a Ferraris.

- Para nada. El chofer es lo más importante - contesté mientras subía y él se ponía colorado.

- Ojalá te guste el lugar que escogí - habló mientras ponía en marcha el auto - Encontré un restaurant donde hacen unos brunchs exquisitos.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora