París es una de las ciudades de Europa que mejor aúnan el romanticismo, el arte, la cultura y los monumentos. A ésta ciudad se la conoce de muchas maneras, aunque la más famosa es la "Ciudad de la Luz", tanto por su fama como ciudad estandarte de las artes y las ciencias así como por la temprana iluminación de sus calles. Parece diseñada para el disfrute de quienes la visitan. Sus calles, plazas, edificios, jardines y monumentos parecen ideados para que cualquier persona desee volver.
La Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, la Catedral de Notre Dame, el Moulin Rouge, Champs Elysees, el pintoresco barrio de Montmartre, la Basílica de Sacre Coeur, el Museo de Louvre, fueron algunos de los lugares turísticos que elegimos para visitarlos.
También disfrutamos de experiencias típicamente parisinas como tomarnos un café con una croisant en alguna bonita terraza, hacer un picnic con vistas a la Torre, navegar por el Sena, caminar por los Jardines de Luxemburgo y por supuesto que no podíamos dejar de ir de compras.
El último lugar que visitamos fue el Point Zero ubicado frente a la Catedral de Notre Dame. Cuando era adolescente leí una novela que se centraba en este punto y la primera vez que visité la ciudad fue de las cosas que busqué para ver de forma primordial.
El punto es una estrella octogonal que representa la Rosa de los Vientos que simboliza los cuatro puntos cardinales, grabados en una pieza de bronce, rodeada de una loza de piedra en el suelo que marca el centro de París, con una inscripción que dice "Point zéro des routes de France" y es el lugar desde donde se miden las distancias de todas las vías nacionales de Francia.
Podía decir que era mi pequeño lugar, sin desmerecer los demás puntos turísticos, y cada vez que lo visitaba tenía un ritual simple: colocaba mi pie derecho sobre la estrella y giraba tres veces sobre ella pidiendo volver pronto a París y también pedía encontrar algún día el amor.
Estaba sacando foto de la fachada de la Catedral cuando sentí la voz de Michael que me llamaba.
- Mirá Bonita - dirigí mi vista hacia él.
Se encontraba parado al costado de la Rosa de los Vientos, con el pantalón arremangado de la pierna derecha, dejando ver su tatuaje de la Rosa de los Vientos que estaba en su tobillo.
Y ahí estaba todo lo que había pedido en los viajes anteriores: Paris y mi amor.
Este punto nos estaba indicando nuestro principio de todo.
~
- No me quiero ir - dije con un puchero y me crucé de brazos.
Estaba sentada como indio en el piso, terminando de acomodar la valija. Después de 9 días de vacaciones, mañana a la mañana nos tocaba viajar a Rusia para el Gran Premio de ésta semana.
- Podemos volver en otro momento que tengamos libre - respondió Michael desde la cama.
- Pero es que... - le hice ojitos - Pariiiiis.
- No me mires con esa cara de gato con botas - rió - Veni amor.
Palmeó al lado donde estaba sentado y dejó la notebook sobre la mesa de luz. Me levanté y fui caminando hasta él. Me tiré cual bolsa de papas y aterricé sobre el colchón.
- Le vas a sacar el puesto de Drama Queen a Dan - se tentó.
- Eeeyy - lo miré con mi cara pegada a la sábana - No me compares con él. Es el ganador oficial del Oscar a mejor drama.
- Perdón - tironeó para acomodarme en su pecho - Asique no te querés ir.
- No - hundí mi mejilla en su remera - ¿Nos podemos quedar acá, secuestrados en este lugar, para siempre?
- Me encantaría linda, pero tenemos que trabajar.
- Ufaa.
- Te prometo que vamos a volver. Pero también quiero recorrer el mundo entero con vos.
- ¿En serio?
- Claro que si. Este es el primero de un millón de viajes que vamos a hacer juntos. Y sabemos por qué va a quedar en nuestros recuerdos - acarició mi mejilla.
- Siempre tendremos París - lo miré sonriendo.
Acortamos la distancia de nuestros labios para besarnos. Coloqué una mano por debajo de su remera para acariciar sus abdominales. Michael me acomodó sobre su cuerpo, haciendo que me siente a horcadas sobre él. Desde mi posición, lo estudié.
A mis ojos, él era un ser perfecto. Su cuerpo estaba bastante trabajado y tonificado, me superaba en altura por mas de diez centímetros, sus ojos tenían una tonalidad especial: eran marrones, pero con la luz del sol se veían más claros. Su nariz era respignada y sus pestañas eran rizadas, una fina capa de barba cubría su cara, la cual estaba adornada por varios lunares que se extendían por todo su cuerpo formando varias constelaciones. Su sonrisa terminaba de completar el hermoso combo que era Michael Italiano.
- Un dólar por tus pensamientos - dijo mientras acariciaba mis muslos.
- En lo hermoso que sos y en lo mucho que me gustas, Italiano. Que suerte que tengo de que seas mío.
- Sos la casualidad más bonita que ha llegado a mi vida, Lía.
Ambos sonreímos embobados y me acerqué para depositar besos por toda su cara. Michael aprovechó para colocar sus manos en mi espalda por debajo de la remera y tocar mi piel. Tironeé de su labio inferior y escuché un gemido de su parte dándome acceso a su boca para profundizar más el beso. Me acomodé mejor sobre su cuerpo y sus caricias se deslizaron hasta mis glúteos donde los apretó a su merced mientras que yo tocaba sus pectorales.
La temperatura de la habitación había empezado a aumentar por lo que revoleé mi remera ya que me estaba molestando. Comencé a moverme, sintiendo como su miembro se ponía más duro entre mis piernas. Una de sus manos fue hasta mi pecho derecho y pellizcó mi pezón. Nos separamos apenas para acomodar nuestra respiración y juntamos nuestras frentes.
Con su pulgar derecho delineó mi labio inferior y moví mi cara para succionárselo mientras lo miraba.
- Mierda - susurró y sus ojos se dilataron.
Sonreí picara y me deslicé al borde de la cama, decidida a darle placer oral. En pocos segundos estaba totalmente desnudo mirándome apoyado en sus antebrazos, mientras yo agarraba y bombeaba su miembro. Cerró sus ojos al momento en que mi lengua y labios entraron en acción, escuchándolo sisear.
- Amor, estoy cerca.. - dijo y lo miré sin dejar de hacer mi tarea.
Llegó al orgasmo y se desplomó sobre el colchón mientras yo limpiaba los restos del pequeño desastre con mi lengua. Barrí con mi dedo una gota que se había quedado en su ingle y lo chupé.
- Maldición, eso se vio tan jodidamente sexy - su voz se escuchó ronca - Ahora es mi turno.
Aún con su respiración regulándose, me tomó por la cintura e hizo que me acostara sobre la cama mientras él se ubicaba entre mis piernas. Mordisqueó suavemente mi zona más intima sobre el pantalón y se me escapó un gruñido. Lo arrastró todo junto con mi bombacha y fueron a parar en algún lugar del piso.
Ya estaba bastante húmeda y sentía palpitaciones en el lugar pero perdí todo el control cuando su lengua habilidosa recorrió mi punto más débil. Arrugué las sábanas con mi diestra al sentir como introducía un dedo y comencé a moverme a su ritmo mientras que dirigía la otra mano a su cabeza para apegarlo más. Al ratito sentí como me penetraba con su índice y el del medio, mientras que con el pulgar acariciaba mi botón al orgasmo, haciendo que llegara a los pocos segundos.
Michael se acostó sobre mí con cuidado y se acomodó en mi pecho mientras yo volvía a la realidad. Acaricié su cabello con la yema de mis dedos y apoyó su barbilla sobre mí para mirarme lo que hizo que riera debido a que me raspó suavemente con su barba.
- Te amo, Italiano - le sonreí.
- Y yo te amo a vos, Bonita mía - imitó el gesto.
Apenas me incorporé para acercarme y darle un simple beso.
Estaba locamente enamorada de este hombre y agradecida por tenerlo en mi vida.
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No me sueltes
FanfictionSoy Lía y tengo... No, tachen eso. Puedo hacerlo mejor. Me llamo Lía, y tengo muchas cosas para decir. Al principio no sabía que pensar, pero luego, lo que empezó como un simple coqueteo terminó siendo algo más. Se ganó mi corazón, se ganó mi amor y...