Capítulo 12

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Me sentía tan bien en compañía de Michael que caminamos abrazados hasta llegar al auto.

- Sé que no tenes que darme explicaciones pero me gustaría saber - dijo mientras destrababa las puertas - ¿Interrumpí algo?

- No - contesté mirándolo a los ojos - Sólo estaba cenando con mi jefe y amigo. ¿Acaso está mal?

- Para nada. Pero a Charles le cambió la cara cuando me vió. No era muy amistosa que digamos.

- Será problema de él. Realmente no me interesa - respondí encogiéndome de hombros - ¿A dónde vamos?

- A un bar, no muy lejos de acá - dijo mientras se abrochaba el cinturón - Dan lo encontró con ayuda de Carlos.

- ¿Sainz?

- Ajam. Vamos a aprovechar la última noche libre en Barcelona.

Sonreí y arrancó el auto. Tenía razón con que estaba cerca, sólo manejó un par de cuadras hasta llegar al local. Cuando entramos, nos dirigimos hacia una mesa en una zona VIP para poder estar tranquilos: el ambiente era bastante cálido, por suerte no estaba muy concurrido y la música era pacífica ya que aún había gente cenando. Al menos hasta ese momento, ya que escuchamos que dentro de un rato se iba a habilitar la pista de baile.

Michael se sentó a mi lado y ambos pedimos las bebidas. Lo miré y me perdí en él. ¿Cómo era posible lo que estaba sucediendo?

Recapitulemos: me encontraba en un bar, junto con Michael Italiano, en una especie de ¿cita? y había dejado plantado a Charles. A medida que pasaba tiempo con el australiano, mis sentimientos por él estaban empezando a nacer. Aparte de ser muy apuesto, era un chico con un corazón de oro. Ese combo realmente era muy bueno. Y lo tenía a mi lado. No quería dejarlo escapar.

Escuché su risa y se acercó mientras yo desviaba la mirada hacia el vaso que tenía enfrente.

- Un dólar por tus pensamientos - susurró en mi oído.

- No - contesté sonriendo - Me los guardo.

- Que mala - dijo con un puchero y me derretí.

- Sólo voy a decir que estoy muy contenta de estar acá, compartiendo este momento con vos.

- El sentimiento es mutuo. Estos días que hemos compartido me sirvieron para conocerte más, y quiero seguir haciéndolo. Si es que me lo permitís...

Giré para verlo y nuestras caras estaban cerca. Sus ojos se dirigieron hacia mi boca y mordí mi labio inferior. Nos habíamos empezado a acercar cuando de repente escuchamos un golpe en la mesa que nos hizo sobresaltar y separarnos rápidamente.

- ¡HOLA TÓRTOLOS!

- En este preciso momento lo mato - dijo Michael mirándome y reí.

- Hola Daniel - contesté.

- Que lindo verlos acá. ¿Hace mucho que están?

- Podrías haber esperado cinco minutos más, aunque sea... - respondió el entrenador entredientes.

- Ahh, vamos, yo sé que me estaban extrañando - contestó sentándose - ¿Les importa si me uno?

Michael bufó y yo me tenté.

Minutos después, los 3 estábamos compartiendo bebidas y charlando divertidamente. Era imposible pasarla mal con este par de australianos. De repente, Michael se puso de pie.

- ¿Vamos a bailar?

- Está bien - dije e imité su acción.

Caminamos unos metros hasta la pista de baile, cuando empezó a sonar un tema conocido y ambos empezamos a movernos al compás de la melodía. Wow, este chico sabía llevar el ritmo. Las canciones variaban de género, pero nunca dejamos de disfrutar de danzar. Con cada nueva música nos íbamos acercando cada vez más hasta terminar bailando pegados, él me tenía agarrada de la cintura y yo había llevado mis brazos atrás de su cuello. Ambos estábamos sonriendo y sentí que me acariciaba la espalda mientras yo hacía lo mismo en su nuca. De repente bajó su vista hacia mis labios y comenzó a acercarse lentamente. Mi corazón empezó a latir locamente. Cuando estuvo a milímetros de mis boca, alguien derramó un vaso a nuestro lado, empapándonos.

- Pero que carajos... - dijo Michael buscando de donde había provenido la bebida.

Hice lo mismo, y vi una cabeza que se estaba alejando. Esa silueta se me hacía conocida. Pero....

No.

No podría ser cierto.

- ¿Estás bien? - preguntó Michael mirándome.

- Si, si. Vamos a buscar servilletas - respondí y caminamos hacia la mesa.

- ¿Qué les pasó? - cuestionó Dan mirándonos.

- Solo quisimos darnos un baño en el medio de la pista, amigo - le informó y todos reímos.

El resto de la noche estuvimos sentados los 3, viviendo un momento muy agradable. Aunque la situación en la pista de baile me había dejado pensando. ¿Acaso había sido...? Sacudí mi cabeza tratando de eliminar cualquier teoría loca.

Cerca de las 2 de la mañana, decidimos irnos ya que era tarde y al día siguiente teníamos que cumplir con nuestros compromisos. Por suerte ambos pilotos tenían que probar solamente por la tarde, por lo que podíamos descansar hasta el mediodía.

Nos despedimos de Dan en la salida del bar y nos dirigimos hacia el auto. Michael abrió la puerta sonriendo, me acerqué a darle un beso en el cachete y subí rápido. No sé como me había animado a eso, pero realmente quise hacerlo. Ya se estaba haciendo costumbre que al volver de nuestras salidas fuera en un silencio cómodo, sólo disfrutando de la compañía del otro y de la música que había en el momento.

- Llegamos - informó apagando el motor.

- Gracias por esta noche - lo miré y sonrió.

- La semana que viene voy a estar en Mónaco - informó - Me gustaría repetir las salidas.

- Por supuesto que sí. Avisame cuando llegues y organizamos.

- Así lo voy a hacer.

Me acerqué para abrazarlo y nos quedamos un rato así.

- Me gusta esta sensación - dijo.

- A mi también - respondí en un susurro.

Apenas nos separamos y apoyé mis labios en su cachete derecho por un tiempo. Cuando me alejé, él imitó lo que había hecho, sólo que su beso fue más cerca de la comisura de mis labios.

- Que descanses - susurró y me hizo cosquillas, a lo que sonreí.

- Vos también - respondí y acaricié su mejilla.

Bajé del auto y aunque en ese momento lo que más deseaba era seguir haciéndole compañía, vi como se alejaba dejándome una pequeña sensación de vacío. 

Definitivamente Michael Italiano me gustaba.

 Y mucho.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora